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Dos cerdos
Foto de Ana Paula Cámara

La radiofrecuencia había sonado, vía el Matra nos habían indicado unas coordenadas, donde habían sido abandonados dos cuerpos la parecer femeninos con huellas de tortura extrema, esa que inicia mientras la víctima tiene signos vitales y no concluye más allá de cuando estos se pierden, lo único que diferencia unos golpes de otros es la tumefacción que presentan.

Habíamos tenido unos días caóticos demasiada violencia en la ciudad de las bajas pasiones, las bolsas para cadáver se estaban agotando, nuevamente estábamos en la cima de una dolorosa lista. Esa que hace que las inversiones se esfumen y el terror se afiance.

Nos acercamos al lugar indicado por las coordenadas que nos habían dado, era la zona aledaña a un hotel que en los 90’s quedó con la construcción a la mitad, las historias son tantas que rayan en la leyenda urbana.

El primer respondiente había acordonado a 50 metros y cerrado el tráfico en una avenida principal y calles aledañas, era impactante la escena.

Ingresamos según el protocolo, se empezó la recolección de indicios en zigzag, que es la fórmula que mejor resultados nos da pues permite que la visión se amplíe, el panorama se nos abre.

Colocamos el cordón rojo, no había indicio de vida, los paramédicos lo confirmaron, lo que no estaba previsto era lo dantesco de aquella escena, dos individuos, con vestimentas completas asociadas socialmente a lo femenino desde lencería hasta el calzado, tenían los cuerpos ungeales también coloreados, presentaban golpes realizados con objetos contusos en las extremidades superiores e inferiores algunos presentaban fracturas visibles, hematomas tangibles y hemático surgiendo de su extremidad cefálica la misma que estaba cubierta por una cinta color gris metálico en ambos cuerpos, además de una máscara representando un animal de granja.

Lo más pronto posible terminamos de fijar y procesar la escena, trasladamos los cuerpos al laboratorio para su posterior análisis.

Horas después supimos que se trataba de dos agentes de policía, su placa estaba incrustada en su pectoral izquierdo y sus genitales mutilados.

Nos sentamos en el piso del edificio, a veces no sabemos si el enemigo es quien esta a un lado.