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Así terminó la dictadura del general Porfirio Díaz
Porfirio Díaz. Foto del Archivo General de la Nación

En 1876, Porfirio Díaz encabezó un movimiento armado en contra del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada bajo el principio de no reelección.

Desde 1884, luego del triunfo de su levantamiento, Díaz fue elegido cada cuatro años como Presidente de la República por unanimidad.

El principio del fin de la dictadura de Porfirio Díaz, marcada en sus últimos años por una severa crisis, se marcó en marzo de 1908 con la publicación de una entrevista realizada al general por el periodista estadounidense James Creelman, en la que dijo que por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo periodo.

“He tratado de dejar la presidencia en muchas y muy diversas ocasiones, pero pesa demasiado y he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí”, expresó el mandatario al comunicador, la nota se publicó en la revista ‘Pearson’s Magazine’ bajo el título: El Presidente Díaz: Héroe de las Américas.

Posteriormente, extractos de esta entrevista fueron publicados en México por el periódico oficialista ‘El Imparcial’, palabras que fueron el detonante de algo impostergable: que Díaz dejara el poder.

“En realidad, lo que tenía mayor importancia en 1908 era que Díaz tendría ochenta años. El régimen estaba carcomido; se caía, no de ineficacia, no de ineptitud, sino de falta de transformación. Díaz había cambiado el país; Díaz había hecho la paz —la paz de los sepulcros o la paz porfiriana—, pero la paz; y en los treinta años de pacífico gobierno habían surgido nuevos hombres, nuevas tendencias, nuevas ambiciones: un México nuevo, en suma, distinto por completo al México de la Chinaca”, refirió el historiador José María Lujan al respecto.

Las declaraciones de Porfirio Díaz impulsaron un torbellino de movimientos que creían en esas palabras.

Bajo estas condiciones emergió la figura de Francisco I. Madero, proveniente de una familia de “agricultores ricos, bien educados, cultos y progresistas”.

El primer paso de Madero fue la edición de la obra ‘La sucesión presidencial en 1910‘, que presenta una tibia crítica al régimen de Díaz.

Cuando se lanzó la candidatura de Díaz para la reelección, Madero viajó por todo México pronunciando discursos que se limitaban a difundir los elementos de un gobierno democrático.

El de abril de 1910 se llevó a cabo la convención de los clubes antirreeleccionistas con 200 delegados, en el que se eligieron como candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia a Francisco I. Madero y a Francisco Vázquez Gómez.

Ante esto, los líderes de estos grupos fueron encarcelados, los periódicos que apoyaban la causa se suprimieron y se usó el poder político para disolver los clubes.

Viéndose amenazado, el régimen de Díaz aprehendió a Madero, quien permaneció recluido durante las elecciones que dieron el triunfo a Díaz y a Ramón Corral el 23 de junio. Posteriormente, Madero fue trasladado a San Luis Potosí, de donde logró escapar.

El  4 de octubre, Porfirio Díaz y Ramón Corral fueron declarados reelectos como presidente y vicepresidente para el sexenio 1910-1916. Madero y sus simpatizantes entonces optaron por la vía armada.

Desde San Antonio, Texas, se publicó el Plan de San Luis, que convocaba al pueblo a tomar las armas el 20 de noviembre, mientras que el 1 de diciembre, Díaz y Corral asumieron el poder por última vez.

Aunque de principio el movimiento revolucionario no tuvo importancia, este se extendió en los primeros meses de 1911.

Tras una cruenta guerra civil, el 21 de mayo se firmaron los Tratados de Ciudad Juárez, en donde Díaz renunció a la Presidencia de la República.

El 31 de mayo, el general Porfirio Díaz partió hacia Europa en el vapor del correo Ypiranga, de la Hamburg-Amerika Linie. Aclamado por miles de personas como líder de la revolución triunfante, Francisco I. Madero entró a la capital mexicana el 7 de junio.

A pesar de que la renuncia de Díaz marcó el fin de su dictadura, los conflictos armados continuaron en México los años siguientes, con los revolucionarios en disputa por cuál modelo político instaurar en el país.

Así era su voz

Uno de los personajes emblemáticos en la historia de nuestro país dejó para la posteridad un recuerdo fonético gracias a su apoyo a la tecnología de la época.

Se trata de una grabación que realizó el entonces presidente de la República Mexicana en respuesta a una carta que recibió de Thomas Alva Edison, prolífico inventor del fonógrafo y la bombilla incandescente entre otros.

Con información de López-Dóriga Digital