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Así se debe celebrar el Día de la Candelaria, pide la Arquidiócesis de México
Día de la Candelaria en pandemia de COVID-19. Foto de Desde la fe

La Arquidiócesis Primada de México informó que con motivo de la pandemia de COVID-19 no se podrá acudir a las iglesias para bendecir a niños Dios, velas o imágenes religiosas.

Para evitar contagios de coronavirus se exhorta a celebrar el Día de la Candelaria, este 2 de febrero, en casa.

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La fiesta de la Candelaria tiene su origen en el pasaje de la presentación del niño Jesús al templo contenido en la Biblia.

Este 2 de febrero a las 19:00 h se transmitirá en las redes sociales de la Arquidiócesis la misa con motivo de  la fiesta de la Candelaria, presidida por monseñor Carlos Samaniego.

Se llama a los feligreses a colocar la imagen del niño Dios con sus ropas del Día de la Candelaria y tener lista una vela o veladora para rezar.

Después de persignarse se procederá con la oración:

Guía:

Estamos reunidos para renovar nuestra fe. La imagen de Jesús, el niño Dios, nos recuerda cuanto nos ama Dios Padre que ha enviado a su propio Hijo para salvarnos. Jesús es el Emanuel, el Dios con nosotros, cuya sola presencia nos proclama que Dios está siempre con nosotros, que ha venido para quedarse siempre a nuestro lado y que por ello no hemos nada de temer. Hoy que celebramos la fiesta de la Candelaria, recordemos que Cristo es la luz que guía y sostiene nuestra vida que, mirando con su luz, podremos alejar todo temor y toda incertidumbre.

Todos:

Amado Jesús,
nuestros ojos contemplan tu presencia en medio de nosotros
representada en esta santa imagen de tu infancia.
Mirando con los ojos de la fe, ayúdanos a creer lo que esto significa:
Tú eres nuestra luz, tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestro consuelo.

(entonces un miembro de la familia enciende la vela o veladora, luego todos prosiguen)

Contigo nuestra vida tiene rumbo,
sabemos por donde vamos
no se cierne sobre nosotros sombra alguna de miedo o de dolor.

Como los ancianos Simeón y Ana,
ayúdanos a confiar en la realización de tus promesas,
concédenos la gracia de saber mirar que estás en medio de nosotros
y que nada hemos de temer.

Aquí, juntos, en este hogar que es santuario de nuestra Iglesia Doméstica
ayúdanos a saber ser hijos tuyos y hermanos entre nosotros,
aleja de nosotros toda duda e incertidumbre,
sostén nuestros pasos con la firmeza de la fe
para que seamos capaces, como tú,
de ser para los demás, especialmente para los que sufren
lo mismo que tú eres para nosotros,
refugio y ayuda segura en la necesidad.

Cristo, luz del mundo, compadécete de nosotros.

(Entonces, un miembro de la familia dice el salmo 36, si lo saben cantado, todos juntos pueden entonarlo:)

El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es la defensa de mi vida.
Si el Señor es mi luz, ¿a quién temeré?
¿Quién me hará temblar?

Una cosa pido al Señor:
habitar por siempre su casa,
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo santo.

No me escondas tu rostro, Señor,
buscaré todo el día tu rostro.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Oh Señor, enséñame el camino,
guíame por la senda verdadera.
Gozaré de la dulzura del Señor
en la tierra de la vida.

Guía:

Oremos juntos al Padre de los cielos, que nos ha dado a su Hijo como Señor y hermano, con la oración que Jesús nos enseñó:

Todos:

Padre nuestro…

Guía:

Dios todopoderoso y eterno,
te rogamos humildemente
que, así como tu Hijo unigénito,
revestido de nuestra humanidad,
ha sido presentado hoy en el templo,
nos concedas, de igual modo, a nosotros
la gracia de ser presentados delante de ti
con el alma limpia.

Por Cristo nuestro Señor.

Todos:

Amén.

Guía:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos:

Amén.

Con información de López-Dóriga Digital