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Así espían a los periodistas en México
Foto de AP

Periodistas, activistas anticorrupción y defensores de los derechos humanos en México han sido víctima de un avanzado programa de espionaje adquirido por el gobierno mexicano, indicó el diario The New York Times en un extenso reportaje publicado el lunes.

“El software conocido como Pegasus se infiltra en los teléfonos inteligentes y otros aparatos para monitorear cualquier detalle de la vida diaria de una persona por medio de su celular: llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos, contactos y calendarios”, escribió de The New York Times.

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Foto de BGR

NSO Group, empresa encargada de fabricar el software, indicó que vende la herramienta a los gobiernos exclusivamente, con la condición que solo se use para combatir a grupos criminales como cárteles de drogas y terroristas.

Al menos tres agencias federales mexicanas han gastado casi 80 millones de dólares en programas de espionaje de una empresa israelí, desde el 2011: Sedena, PGR y Cisen.

El programa también puede utilizar la cámara y el micrófono de los teléfonos para realizar labores de vigilancia; el dispositivo del objetivo a espiar se convierte en un micrófono oculto.

Por su parte, la Dirección General de Medios Internacionales de la Presidencia de la República condenó cualquier intento de vulnerar el derecho a la privacidad de cualquier persona y sostuvo que no hay prueba alguna de que agencias del gobierno mexicano sean responsables del supuesto espionaje descrito en el artículo publicado por el diario estadounidense.

“Se hace un llamado a quienes pudieran haber sido víctimas de las acciones descritas en su artículo, a que presenten su denuncia ante la Procuraduría General de la República, a fin de que se lleven a cabo las investigaciones correspondientes”, señala una carta del gobierno mexicano dirigida al director del medio estadounidense.

Sin embargo, este martes han continuado las denuncias y los señalamientos al gobierno por quienes han resultado víctimas de espionaje o intento del mismo. Tanto Carlos Loret de Mola como Salvador Camarena han dedicado sus columnas de este martes a narrar sus propias experiencias con respecto a Pegasus.

“Hace dos años comencé a recibir en mi celular una serie de mensajes de texto inusuales: que debía dinero en mi tarjeta de crédito, que había hecho un retiro de efectivo, que se reportaba la desaparición de un estudiante de la UNAM. Siempre, con un vínculo para dar clic. No lo di porque pensé que me había tocado uno de esos intentos de extorsión tan comunes”, relata Loret de Mola.

El periodista indica que dichos mensajes se fueron sofisticando con el paso del tiempo hasta que finalmente se convirtieron en textos personalizados que empezaban con un “Loret” o “Querido Loret”, siempre con un vínculo para dar clic.

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Foto de The Verge

“Los mensajes buscaban despertar la curiosidad. Pero no caí en su trampa: nunca di clic. Si lo hubiera hecho, mi celular hubiera quedado infectado por un sofisticado software llamado Pegasus y “alguien más” hubiera tenido acceso total a mis mensajes, llamadas, correos, contactos, calendario, y hasta a activar el micrófono y la cámara para escucharme y verme todo el tiempo”, añadió.

El principal sospechoso es el gobierno federal mexicano, esto después de la publicación del Times que recoge lo investigado por el Citizen Lab de la Universidad de Toronto en colaboración con la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), Social Tic y Artículo 19. Expertos en forense digital prácticamente no tienen dudas de que haya sido la actual administración.

Carlos Loret de Mola indicó que el intento de espionaje a través de mensajes sospechosos comenzó cuando reveló “la ejecución extrajudicial de decenas de civiles a manos de la Policía Federal en Tanhuato y otros expedientes”.

El periodista dejó claro que el suyo es solo uno de los casos, mencionando el de Juan Pardinas, director de IMCO, a la esposa de este, y a la investigadora Alexandra Zapata a quienes “les llegaron los mensajes mientras impulsaban la Ley 3de3” o el de “Mario Patrón, director del Centro de Derechos Humanos Pro, y a dos de sus colaboradores (incluyendo una ciudadana estadounidense), cuando denunciaban anomalías en la investigación de la desaparición de los 43”, por mencionar solo algunos.

Loret de Mola finalizó considerando que el objetivo detrás de este espionaje o intento de tal es que “sepamos que nos están espiando. Quieren hacernos sentir vulnerables. Que sepamos que saben de nuestros hijos, de nuestra vida privada, de nuestro trabajo, de los temas que investigamos, de las fuentes con las que hablamos”, pidiendo precaución al extremo para todos aquellos que buscan difundir verdades incómodas.

Por su parte, Salvador Camarena también dio su testimonio sobre el software avanzado de espionaje conocido como Pegasus.

Camarena mencionó en su columna algunos de los periodistas y activistas que han sido afectados por el poderoso programa creado por NSO Group, indicando que él ha sido uno de ellos.

El periodista relata la historia de uno de sus colegas que recibió al menos dos de los mensajes de texto consignados en el reporte.

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Foto de The Verge

“Le invité a que hiciera público eso, a que lo dijera. ‘Voy a buscar mi viejo celular, necesito probarlo’, contestó. No, le contesté, tú dilo, y el que tiene que investigar y probar es el gobierno, que tiene los mecanismos para obligar a los clientes de NSO Group en México (Sedena, PGR y Cisen) a decir a quiénes han espiado y con qué base legal lo hicieron”, escribió.

Camarena resaltó que ante el reporte del New York Times “lo mínimo que puede hacer el gobierno es iniciar una profunda investigación”, de lo contrario, ” estaremos ante un gobierno que espía y que encima se niega a investigar”.

“Claro que los gobiernos espían, siempre lo han hecho en instancias federales y estatales. Pero también espían particulares desde sus centros de poder y despachos que contratan. Y cualquier caso es lamentable, inaceptable, pero operan en la impunidad”, escribió Joaquín López-Dóriga en su columna de este martes.

Periodistas de The New York Times detallan cómo empezó la investigación

Azam Ahmed y Nicole Perlroth, periodistas del New York Times responsables del artículo sobre espionaje, detallan cómo empezó la investigación.

Ahmed relató cómo fue su encuentro con Mario E. Patrón, abogado de derechos humanos. El litigante quería reunirse con el periodista en persona y cuando llegó a la oficina de The New York Times México se sentó en la sala de conferencias y le pidió a Ahmed su celular.

Después, recogió los dispositivos móviles del resto de personas que estaban en la habitación y los sacó al lobby, argumentando que “nuestros teléfonos están siendo monitoreados”.

“El Sr. Patrón pasó a explicar que él y otros dos abogados de su personal en el Centro Prodh, incluyendo uno que representa a las familias de los 43 estudiantes que faltan en una escuela en Ayotzinapa, habían sido blanco de un software espía altamente sofisticado que podría adueñarse de un teléfono celular, incluyendo el micrófono”, escribió Ahmed.

El periodista declaró que más tarde, Patrón le presentó a Luis Fernando García, un defensor de derechos digitales que había estado siguiendo el uso del software contra periodistas y activistas.

“Me mostró más casos en los que sospechaba que los individuos habían sido su blanco. También tuve esa sospecha”, asegura.

Ahmed entrevistó a diversos periodistas y activistas que habían recibido mensajes extraños en sus celulares con el objetivo de instalar el spyware. El periodista descubrió que la persona que más había escrito sobre NSO Group, los desarrolladores del poderoso programa de espionaje, era su colega Nicole Perloth.

“La primera vez que escuché sobre NSO Group fue en una conferencia de seguridad hace un par de años”, declara Nicole Perlroth, donde un miembro de la compañía le aseguró que ellos eran los mejores en vigilancia móvil.

El grupo parecía ser un incógnita entre la comunidad de seguridad, sin embargo, cada vez que la periodista mencionaba el nombre de la empresa, la gente se ponía nerviosa, hasta que alguien decidió a hablar al respecto.

” Estaban preocupados por la creciente lista de clientes de la compañía y por el hecho de que las herramientas de la NSO estuvieran siendo utilizadas por gobiernos que no tenían exactamente brillantes antecedentes de derechos humanos”, añade.

Perlroth contactó a alguien que estaba dispuesto a darle informes internos sobre NSO, detallando clientes, precios y alcance del producto principal de la empresa: Pegasus.

” Podría rastrear cada conversación, correo electrónico, texto, llamada, calendario, tecleo, detalles de la banca en línea y el paradero. Básicamente, la compañía había diseñado el equivalente digital de tener una cola de tiempo completo, aún mejor, porque Pegasus podría grabar cualquier cosa recogida por el micrófono del teléfono o incluso de la cámara”, detalla la periodista.

Perlroth aseveró que con el paso del tiempo empezó a escuchar más casos que recibían mensajes de texto extraños con un vínculo para abrirse, “no era criminales ni terroristas”, sino expertos y defensores de políticas saludables, en la mayoría de los casos, que tenían como objetivo restringir el consumo de refrescos.

Más tarde, escuchó casos de activistas de derechos digitales que confirmaban casos del software espía en México creado por NSO.

Redacción