
Harvard ha resistido con dignidad las presiones ideológicas impuestas desde la Casa Blanca
Por Daniel Zovatto
Director de Radar Latam 360
Lo que está ocurriendo con la Universidad de Harvard no es un caso aislado ni una simple disputa entre el Gobierno federal y una universidad.
Es una señal más del peligroso deterioro institucional que vive Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, marcada por una peligrosa deriva autoritaria.
La revocación del Programa de Intercambio de Estudiantes —anunciada con tono de represalia por el Departamento de Seguridad Nacional— representa un ataque directo y profundamente arbitrario contra la autonomía universitaria, la libertad académica y el prestigio de una de las instituciones educativas más emblemáticas del país.
Harvard ha resistido con dignidad las presiones ideológicas impuestas desde la Casa Blanca.
Fiel a su estilo y reputación, en lugar de doblegarse, ha defendido principios fundamentales: el respeto a la diversidad, la inclusión de estudiantes internacionales, la investigación crítica y el pensamiento libre.
Castigarla por ello, congelando fondos y ahora revocando su capacidad de recibir a estudiantes extranjeros, no solo es injustificable: es ilegal y peligrosamente antidemocrático.
Esta medida afecta a más de 6 mil 800 estudiantes de todo el mundo y se enmarca en un preocupante patrón de hostigamiento, donde se criminaliza la protesta, se persigue el disenso y se lanzan acusaciones infundadas —como presuntos vínculos con el Partido Comunista Chino— sin pruebas ni respeto al debido proceso.
En este contexto, la justicia estadounidense —y en especial la Corte Suprema— enfrenta una responsabilidad histórica: frenar estos abusos de poder y proteger los pilares del Estado de derecho. Si permite que decisiones tan abiertamente autoritarias prosperen, estará abriendo la puerta a una peligrosa normalización de la represión política desde las más altas esferas del poder.
Como exalumno extranjero de Harvard, sumo mi voz para denunciar este grave atropello y reafirmo mi apoyo en favor de mi alma mater y su escudo: VE RI TAS.
Defender a Harvard hoy es defender algo mucho más grande: la libertad académica, el Estado de Derecho y la esencia misma del proyecto democrático estadounidense.
Con información de López-Dóriga Digital