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México en la ONU 2021: una diplomacia preventiva (2), por Juan Ramón De la Fuente y Pablo Arrocha
Foto de @MexOnu

Por El Emb. Juan Ramón De la Fuente y Pablo Arrocha

Misión Permanente de México ante la ONU.

Texto publicado, previamente, en El Universal.

A la declaración del Consejo de Seguridad emanada del evento en el que se plantearon temas sociales de fondo, que subyacen con frecuencia al conflicto, o lo agravan, se suma la adopción, también por unanimidad, de una segunda declaración propuesta por México (documento S/PRST/2021/23), cuya negociación fue coordinada por Pablo Arrocha, abogado universitario, diplomático y Coordinador Legal de la Misión. Este documento se ocupa de la necesidad imperante de mejorar la coordinación y la colaboración entre los órganos principales de la ONU, para fortalecer la diplomacia preventiva de todo el sistema de las Naciones Unidas. El documento se adopta en el contexto de otro evento insignia que promovió México sobre “Diplomacia preventiva para la paz y seguridad: objetivo común de todos los órganos principales de las Naciones Unidas”. Esta iniciativa reunió, en un debate abierto del Consejo de Seguridad, a los presidentes de la Asamblea General, del Consejo Económico y Social; de la Corte Internacional de Justicia; y al Secretario General de la Organización.

El debate fue un rico intercambio de ideas sobre la manera en la que los órganos principales de la ONU pueden generar sinergias recíprocas con fines preventivos, para lograr un mayor impacto en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. En la declaración adoptada, el Consejo expresa su compromiso permanente de fomentar la interacción de forma periódica entre la Asamblea General, el Consejo Económico y Social, la Corte Internacional de Justicia y la Secretaría General de la ONU, de conformidad con sus respectivos mandatos en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y, en particular, sobre cuestiones relacionadas con los instrumentos y mecanismos de la diplomacia preventiva.

Por obvio que parezca, la realidad es que no existía tal compromiso de forma explícita. Ahora se podrá convocar a reuniones de esta naturaleza con regularidad, lo cual contribuye tanto a la rendición de cuentas del Consejo como a una mayor participación de otros órganos en la prevención de conflictos y el mantenimiento de la paz. El texto reafirma también la importancia del papel de las mujeres en la prevención y la solución de los conflictos y en la consolidación de la paz, y reitera el llamado para que aumente la participación plena, igualitaria y significativa de las mujeres en las iniciativas de diplomacia preventiva.

Las dos declaraciones aludidas son importantes, pues ponen el foco de atención en las causas de fondo de los conflictos y sientan las bases para una mayor acción preventiva del Consejo de Seguridad.

Pero sin duda, el logro mayor de México fue la adopción de la resolución 2616 (2021), ocurrida el 22 de diciembre, que aborda la amenaza a la paz y seguridad internacionales a causa de la transferencia ilícita, la acumulación desestabilizadora y el uso indebido de las llamadas armas pequeñas y ligeras. Sobra decir que este tema está en el centro de nuestro interés nacional.

Esta resolución retoma cabalmente el planteamiento hecho por el Canciller Marcelo Ebrard en el tercer evento insignia de México titulado “El impacto del desvío y el tráfico de armas para la paz y la seguridad”. Si bien se trata de un tema de la mayor relevancia tanto a nivel interno como en el ámbito internacional, éste provoca muchas reacciones vehemente en varios Estados, incluidos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Por ello, el planteamiento mexicano de adoptar una resolución representó desde el principio un reto aún mayor. Sin que hubiese garantía alguna de éxito, ya no se trataba sólo de conseguir nueve votos afirmativos –el mínimo necesario para la adopción de resoluciones– sino de evitar un veto. El proceso de negociación fue liderado por el Coordinador Político Adjunto, Eduardo Alcibíades Sánchez, conocedor de tramas complejas, cuya habilidad y paciencia fueron determinantes para lidiar con la oposición abierta de algunas delegaciones, como fue el caso de Rusia que, de hecho, llevó a cabo gestiones tanto en Moscú como en la Ciudad de México (y no digamos en Nueva York) con el propósito de lograr que México desistiese de su intención de presentar un proyecto de resolución al Consejo. La convicción de México fue superior a las presiones diplomáticas que tensaron en diversos momentos el proceso de negociación. Como parte de la estrategia, para elevar el costo político de un eventual veto, estirando los tiempos hasta la víspera del receso navideño, abrimos el texto al copatrocinio de todos los miembros de las Naciones Unidas. La diplomacia mexicana desplegó su presencia en muchos países mostrando una gran capacidad de gestión. Así, junto con la participación colectiva de todos los miembros de la Misión en Nueva York, registramos el proyecto de resolución a nombre de 73 delegaciones, mostrando con ello el valor del tema en diversas regiones del mundo.

Lo relevante, en todo caso, es que se alcanzó el objetivo: se evadió el veto y la resolución 2616 (2021) fue adoptada por el Consejo de Seguridad con 12 votos a favor y 3 abstenciones (Rusia, China e India).

Estos tres eventos, emblemáticos de la presencia de México en el Consejo de Seguridad de la ONU y sus respectivos productos, muestran que cuando hay objetivos claros y voluntad de acción, en línea con nuestros principios constitucionales de política exterior, se pueden alcanzar resultados tangibles. Fallaron los pronósticos de quienes vieron con escepticismo nuestra participación en el Consejo. Por supuesto, la tarea no está terminada. Cerramos 2021 con buenos logros para la Cancillería mexicana. Son tiempos ahora para plantear nuevas metas e iniciar un nuevo año de la membresía de México en el Consejo de Seguridad (que incluirá la Comisión para la Construcción de la Paz), en el Consejo Económico y Social y, por supuesto, en la Asamblea General.