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La larga espera que inquietó antes de la primera fumata del cónclave
Personas congregadas en la plaza de San Pedro fotografían la primera fumata del cónclave, que fue negra. Foto de EFE/EPA/ANDREA SOLERO

La primera jornada del cónclave que deberá elegir al sucesor del papa Francisco se vivió con algo de impaciencia por miles de personas en la Plaza de San Pedro, aunque tras una larga espera, pudieron constatar que no había acuerdo por la fumata negra que emanaba de la chimenea de la Capilla Sixtina.

“Me he cansado muchísimo pero estaba convencida de que lo habrían elegido”, reconoce a EFE entre la muchedumbre Stefania, una romana que llevaba más de tres horas esperando una buena nueva.

La plaza de San Pedro del Vaticano y sus aledaños se abarrotaron esta tarde con unas 30 mil personas que no apartaron su mirada de la pequeña chimenea colocada en lo alto de la Capilla Sixtina, ampliada en las pantallas a los pies de la basílica.

En el interior de esa capilla, con el Juicio Final de Miguel Ángel y las pinturas de otros maestros de la historia como únicos testigos, 133 cardenales de todo el mundo se reunían, aislados del mundo exterior, para elegir un nuevo líder de la iglesia católica.

La tradición manda que el resultado de su escrutinio sea anunciado al planeta y a la cristiandad con el humo de sus votos quemados en una estufa y emanado por una chimenea en sus alturas: la fumata blanca indica que hay papa; la negra, que no ha habido acuerdo.

La Capilla Sixtina cerró sus puertas a las 17:46 h local pero el resultado de la primera votación no se conoció hasta las 21:00 h. Y fue, como se vaticinaba, negra.

La espera en San Pedro se hizo larga. Cálida y soleada durante casi todo el día el día, lo que animó a muchos a hacer tiempo con un ‘spritz’ u otro refresco en la mano; pero bastante fresca al caer la tarde, como es normal en la siempre impredecible primavera romana.

“Ha sido un poco aburrido mirar durante tanto tiempo la chimenea. No me duelen los ojos pero sí los pies, aunque valió la pena porque es histórico”, reconoce Juan, un bonaerense de vacaciones romanas que aguantó el empedrado de la plaza vaticana durante tres horas.

No obstante, este argentino católico mañana volverá a San Pedro. Quiere, reconoce, un nuevo pontífice que siga los pasos como el papa Francisco y que reconozca y respete a “las minorías del amor”.

Poco antes de que la chimenea confirmara el desacuerdo, muchas personas empezaban a abandonar la plaza, rindiéndose a la espera y al desasosiego, aumentado al recibir en sus teléfonos rumores de que los cardenales habían decidido irse a cenar y no votar.

Al final, la fumata llegó, espantando a alguna que otra gaviota que revoloteó durante toda la tarde en las alturas de la Sixtina, como robando cámara. Y, en ese momento, muchos descreídos volvieron deprisa a la plaza para capturar el momento con sus cámaras o sus ojos.

Es el caso de una familia argentina. “Estábamos a punto de irnos”, admite Ilda, con el pequeño Blanco en sus brazos. “Se hizo largo”, rezongaba a su lado su marido Diego con otra hija, Inma, de la mano.

Otros tuvieron más suerte y llegaron justo a tiempo de la fumata. Luis, mexicano residente en Roma, recuerda que por la tarde estaba comiendo con su novia cuando su suegro les llamó para recomendarles correr a la plaza vaticana y vivir este momento.

“No he esperado mucho, como 30 minutos. Ha sido algo decepcionante porque queríamos un nuevo papa, vivir una experiencia que jamás esperabas vivir… pero igualmente es emocionante todo el ambiente”, afirma. La cita, promete, ya es imperdible y volverá a la siguiente votación sin que, esta vez, le tenga que advertir nadie.

El día siguiente, los purpurados volverán a encerrarse en la monumental Sixtina para seguir buscando un nuevo pontífice. Fuera, en la plaza, la gente seguirá esperando.

Con información de EFE