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Irma deja a residentes de Florida al borde de la ruina
Florida Keys. Foto de USA Today

Larry y Elida Dimas no tenían gran cosa para empezar, y el huracán Irma los ha dejado aún peor.

La tormenta arrancó el tejado de la vieja casa rodante donde viven con sus gemelos de 18 años y destruyó otra que alquilaban a trabajadores migrantes en Immokalee, una de las poblaciones más pobres de Florida. Alguien del gobierno ya ha prometido ayuda, pero Dimas tiembla solo de pensar en aceptarla.

“No quiero la ayuda”, dijo Dimas, de 55 años. “Pero la necesito”.

Irma deja a residentes de Florida al borde de la ruina - Marathon-Florida.-Foto-de-Barcroft
Foto de Barcroft

Dimas es uno de los millones de habitantes de Florida que vive en la pobreza, muchos de los cuales han visto sus vidas trastocadas por Irma. Sus opciones, ya limitadas, se redujeron aún más cuando el huracán destruyó sus propiedades, aumentó sus gastos y les dejó sin trabajo.

Cerca de la casa de Dimas en Immokalee, al borde de los Everglades, el inmigrante haitiano Woodchy Darius, que asiste a la escuela secundaria local, debe decidir si regresa a clase cuando reabra la escuela o se dirige a los campos a recoger fruta cuando la tierra esté lo bastante seca para volver a trabajar.

“El alquiler son 375 dólares, y si no tengo el dinero nos echarán”, dijo Darius, de 17 años. Vive en un tosco edificio de apartamentos con suelos de concreto visto, puertas a prueba de ladrones y bloques de hormigón que lo hacen parecer más una cárcel que una casa.

La Oficina del Censo de Estados Unidos estima que unos 3.3 millones de personas viven en la pobreza en Florida, casi un 16 por ciento de los 20.6 millones de habitantes del estado.

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Florida Keys. Foto de USA Today

Muchos trabajan por horas en restaurantes, gasolineras, hoteles, tiendas y otros negocios que se vieron obligados a cerrar durante días tras la tormenta, lo que les ha dejado sin ingresos. Otros son jornaleros o migrantes que ganan dinero al peso recogiendo cosechas que se venden en las tiendas de todo el país. Y otros son personas retiradas con ingresos fijos o subvenciones por discapacidad que ya estaban cortos de presupuesto antes de la tormenta.

Huir de Irma no era una opción para los que no tenían transporte para llegar a un refugio, no podían permitirse el combustible al norte y no podían arrendar una habitación de hotel. Los costes asociados con la limpieza o encontrar un lugar nuevo para vivir los han dejado más al límite que nunca.

Redacción