El doctor Gomez señaló que la sala de emergencias del Centro Médico de Puerto Rico ha tratado a alrededor de 178 pacientes el pasado martes
En la sala de emergencias del Centro Médico de Puerto Rico, el hospital público más grande de la isla, más de una decena de pacientes, unos con huesos rotos, se encuentran alineados en camillas y sillas de ruedas en el calor sofocante, que alcanza los 38 grados centígrados.
Un generador zumba de fondo, pero está alimentando el aire acondicionado de aquellas personas que ya están siendo tratadas.
“Tenemos que ahorrar”, declaró el doctor Charlie Gomez, quien ha estado trabajando en turnos de 12 horas. “Es una situación difícil y puede empeorar”.
Tras el paso del huracán María por la isla, el sistema de salud se ha visto superado, incluso con la llegada de equipos médicos desde Estados Unidos.
Muchos de los 69 hospitales han permanecido cerrados hasta el pasado martes, el Centro Médico es uno de los 11 que tienen combustible o energía eléctrica.
El doctor Gomez señaló que la sala de emergencias ha tratado a alrededor de 178 pacientes el pasado martes, la carga típica diaria desde que el meteoro golpeó la isla y 80 más que en días previos a la catástrofe.
La mayoría de las lesiones no vienen propiamente de la tormenta, sino de los intentos de reconstrucción, heridas con clavos, cortaduras con machetes y hemorragia interna, comúnmente relacionadas con la reparación de viviendas y generadores eléctricos.
Además, los nosocomios han recibido a personas que vienen de otras localidades porque no pudieron ser atendidos en sus centros cercanos.
Por otra parte, pacientes que con enfermedades crónicas degenerativas han tenido que soportar los síntomas que les provoca la falta de atención a sus tratamientos por la carencia de recursos.
La paciente Esther Pabón sufre de dolores muy fuertes, pues al no haber electricidad ni agua en los hospitales, le han tenido que restar una hora a sus sesiones de diálisis, por lo que sus riñones y sangre resienten esta falta de tratamiento. Su diabetes empeora a cada momento en que no se encuentra conectada a la máquina.
“Siento mucha molestia en el estómago, siento que estoy intoxicada”, expresa mientras espera a entrar en la sala de hemodiálisis del hospital Buen Samaritano, en Aguadilla.
El centro médico de encuentra casi a tope, 20 de sus 26 sillas se encuentran ocupadas por personas con enfermedades renales, con ojeras y un semblante cansado, conectados a las máquinas.
Una enfermera del lugar, Lourdes Fernández, advierte que no todos los pacientes han llegado. Al menos 13 no han regresado desde antes del 20 de septiembre y otros tres murieron al no poder eliminar las toxinas en su sangre.
Emelina Torres, de 70 años, pasó ocho días sin diálisis tras el paso del meteoro porque las calles de su pueblo quedaron bloqueadas y cuando las limpiaron, no había manera de trasladarse, pues su esposo había caído enfermo.
En los centros médicos, una cantidad indeterminada de personas murieron porque cuando llegaron al lugar su condición era irreversible o porque la falta de energía y agua dificultaron la atención médica.
De acuerdo con el conteo oficial, alrededor de 34 personas murieron a causa del huracán María; el gobernador Ricardo Roselló señaló que las causas de los decesos incluyen ahogamientos, deslizamientos, infartos, falta de oxígeno e incluso suicidios.
Con información de LA Times y Univisión