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Fin del TLC preocupa a las ciudades fronterizas de EE.UU.

La única visita del ahora presidente electo Donald Trump a la frontera entre Estados Unidos y México fue a Laredo como candidato republicano a la Casa Blanca y duró menos de tres horas. Tiempo que a veces resulta insuficiente para que los enormes camiones de 18 ruedas cargados de lavavajillas y baterías para autos fabricadas en el extranjero crucen al país.

La promesa electoral de Donald Trump de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte le reportó votos en el conocido como Rust Belt, aquellos que sienten que la globalización los dejó atrás. Pero la propuesta genera nerviosismo en ciudades fronterizas  como Laredo y El Paso en Texas, o Nogales en Arizona.

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Foto de Internet

Unos 14 mil tráileres cruzan la frontera a diario en Laredo, el puerto interior con más actividad del país. Funcionarios locales dicen que casi uno de cada tres empleos en la zona depende del comercio internacional.

“Somos el NAFTA sobre ruedas”, dijo el alcalde de Laredo, Pete Saenz.

El libre comercio a través de la frontera, explicó, es la “espina dorsal” de esta ciudad de 255 mil habitantes. El demócrata recibió críticas dentro de su propio partido por recibir a Trump en su visita en julio de 2015, después de que el entonces candidato calificase a los migrantes mexicanos de delincuentes y violadores.

El empresario republicano dijo que el NAFTA es “el peor acuerdo comercial aprobado nunca en este país”. Este tipo de declaraciones tuvieron impacto en comunidades muy golpeadas por la industrialización como Greenville, en Michigan, donde Electrolux cerró una fábrica hace una década para trasladar los empleaos a la ciudad fronteriza mexicana de Ciudad Juárez.

Durante su transición a la Casa Blanca, el presidente electo no se ha referido al tratado, que no mencionó en un video publicado el mes pasado en el que detallaba sus prioridades para sus 100 primeros días en el gobierno.

Saenz habla de la posible derogación del TLC como un alcalde de una pequeña localidad de la región del centro-norte del país que intenta evitar el traslado de una fábrica. Prevé un aumento del desempleo a dobles dígitos, almacenes abandonados y problemas financieros en la ciudad. Laredo se queda con los ingresos de los peajes sobre el puente internacional, que el año pasado ascendieron a 60 millones de dólares, que cubren los gastos de policía y bomberos.

Sus aciagas predicciones no son compartidas por todo el mundo. Incluso los agentes de aduanas que dependen del TLC creen que sobrevivirán y que el comercio continuará aunque se anule el pacto.

Redacción