Elecciones 2024
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Elecciones Colombia: El triunfo de Duque, entre la polarización y la democracia
Foto de @IvanDuque

Texto obra de Daniel Zovatto, Director Regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe.

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales colombianas –un duelo entre los extremos del espectro político- fue zanjado el pasado domingo 17 de junio con dos claros vencedores: Iván Duque y Álvaro Uribe, y una dulce derrota: la de Gustavo Petro.

Esta vez las encuestas no se equivocaron y Duque, que ya había ganado por amplio margen la primera vuelta, se impuso en el balotaje sobre Petro por una diferencia significativa: 10.373.080 votos contra 8.034.189 votos. De este modo, el principal triunfador de la jornada electoral del pasado domingo fue Duque, el candidato del movimiento conservador Centro Democrático, un político joven (41 años), que con un mensaje tecnocrático y moderado logró atraer no solo el voto de su sector ideológico sino también parte del voto centrista que no suele congeniar con el uribismo de pura cepa.

El otro gran triunfador es el ex presidente y actual senador Uribe (2002-2010), némesis actual del presidente Juan Manuel Santos (a quien también ayudó llegar a la presidencia y con quien después rompió para convertirse en su más férreo opositor político), cuyo liderazgo caudillista y carismático, ha venido consolidándose gradualmente desde el triunfo alcanzado a favor del NO en el plebiscito de 2016 (en contra de los Acuerdos de Paz), pasando por los excelentes resultados alcanzados en las elecciones para el Congreso y Senado del mes de marzo de este año, culminando con la elección de su pupilo Duque.

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Foto de AP

Por su parte, la derrota de Petro (líder del izquierdista movimiento Colombia Humana) bien podría ser calificada como “dulce” ya que por primera vez la izquierda colombiana logró disputar un balotaje, traspasó la barrera del 40% de los votos y obtuvo el apoyo no solo de la izquierda sino también del centroizquierda que en la primera vuelta prefirió apoyar a Sergio Fajardo. Con este resultado, el candidato de Colombia Humana, desde su curul de senador queda muy bien posicionado para ser no solo el líder de la oposición sino también una figura clave para las presidenciales de 2022.

Los retos de Duque

Las prioridades del gobierno de Duque, quien asume el próximo 7 de agosto, pasan por cuatro retos principales y un objetivo estratégico: lograr la unidad de un país muy polarizado.

El primer desafío es garantizar una exitosa implementación de los acuerdos de paz. “Esta paz que añoramos reclama correcciones” dijo Duque, quien ha prometido que si bien no va a hacer “trizas” los acuerdos sí les va a introducir modificaciones importantes que, de concretarse, van a generar fuertes tensiones, sobre todo con la antigua guerrilla. Con seguridad veremos propuestas de modificaciones, entre otros temas, en el ámbito de la Jurisdicción Especial para la Paz –uno de los engranajes centrales de la paz- y en una nueva tipificación penal del delito del narcotráfico.

El segundo reto radica en asegurar la gobernabilidad política. Si bien Duque cuenta con una bancada sólida, habrá que ver cómo se desarrolla la relación política con su mentor, quien desde su banca de senador, buscará influir en la marcha del Gobierno. La conformación del gabinete será un primer test para que Duque deje en claro que es él el que está a cargo. También va a estar a prueba su capacidad para luchar contra la corrupción y los vicios de la vieja política.

El tercer desafío guarda relación con su propuesta reformista (la llamada economía naranja) que busca modernizar la economía colombiana haciéndola más competitiva, pro empresariado, con impuestos más bajos y con menos informalidad.

Un proyecto que enfrentará serios retos debido a la compleja herencia que el presidente Santos –con bajos niveles de popularidad- deja en lo económico (sin perjuicio de las perspectivas macroeconómicas medianamente positivas con un crecimiento proyectado de 2,7% para 2018 y de 3,3% para 2019 según el FMI) y en lo social, en especial la elevada desigualdad (un niño de bajos recursos necesita de 11 generaciones para alcanzar un nivel medio de ingreso). El reciente ingreso del país a la OCDE constituye un desafío adicional para el nuevo Gobierno.

El cuarto reto pasa por la compleja relación que su gobierno mantendrá con el régimen autoritario de Nicolás Maduro -a quien Duque ha calificado de “ilegítimo”-; relación estrechamente vinculada a la evolución de la crisis política que vive ese país, y a la espera de ver cómo la grave situación socio-económica y el creciente flujo de personas que abandonan Venezuela termine impactando en Colombia.

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Foto de Twitter

Resumiendo: las primeras elecciones presidenciales del posconflicto con las FARC fueron las más pacíficas en la historia del país, confirmaron que Colombia sigue siendo un país de centro-derecha, se caracterizaron por un alto nivel de participación electoral (52%), las grandes maquinarias clientelistas regionales salieron derrotadas, y por primera vez, una mujer, Marta Lucía Ramírez, ocupará la Vicepresidencia de la República.

El balotaje colombiano vino a ahondar el de por sí muy alto nivel de polarización de la sociedad colombiana y estuvo centrado en una guerra de miedos: si ganaba Petro que Colombia se convirtiese en otra Venezuela; si ganaba Duque que Uribe fuese el verdadero poder detrás de la presidencia. Al final, una clara mayoría optó por el “mal menor’ y dio su voto a Duque.

Precisamente por ello, este ha sido un proceso que, como bien señala Ariel Ávila, se caracteriza por una paradoja: lo pacífico del proceso electoral es consecuencia directa de la política de paz del presidente Santos, pero resultó vencedor (y en ello radica la paradoja) la fuerza política que con mayor tenacidad se opuso a esa política de paz.

Por último, y a nivel regional, el triunfo de Duque refuerza el predominio que las fuerzas políticas de centroderecha vienen obteniendo en América del Sur tras las victorias de Mauricio Macri en 2015, Pedro Pablo Kuczynski en 2016, Sebastián Piñera en 2017 y Mario Abdo Benítez en 2018, lo que no implica que América Latina esté experimentando un “giro completo a la derecha” ya que en Ecuador ganó Lenín Moreno de centro-izquierda (2017), en Costa Rica fue electo el socialdemócrata Carlos Alvarado (2018), en las ilegítimas elecciones venezolanas de abril pasado fue reelecto Nicolás Maduro y en México todo pareciera indicar que la victoria de Andrés Manuel López Obrador –de discurso anti-neoliberal y posicionado en el centro-izquierda- es altamente probable en las elecciones del próximo 1 de julio.

Texto sacado del portal Estrategia y Negocios