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El recuerdo del atentado terrorista. Por Jorge Ortiz de Pinedo
En la imagen, fotos apiladas del vuelo 648 de EgyptAir, secuestado por terroristas en 1985. Captura de Pantalla/The Malta Independent

Hoy, 12 de diciembre, día de La Virgen de Guadalupe, es un día muy especial para mí porque celebrábamos en casa el Santo de mi madre, de mi hermana y de mi abuela, que en paz descansen las tres. Como siempre, en esta fecha dan vueltas en mi cabeza los acontecimientos de hace 38 años, cuando logré reunir el dinero suficiente para que mi madre, Lupita Pallás, y mi abuela, Lupe Téllez, cumplieran el sueño de viajar a Europa; mi abuelita quería conocer Madrid, y el sueño de mi madre era ir a París, Roma y Atenas.

Partieron de México acompañadas de mi hermana, Laila Guadalupe, quien ya conocía Europa gracias al esfuerzo de mi padre, don Óscar, que la mandó al clásico viaje de quinceañera: París, Viena… Bailar el clásico vals con cadetes austriacos, Roma; la bendición Papal, el Vaticano… En esa ocasión, mientras admiraba La Capilla Sixtina, mi hermana Laila conoció a un maestro Egipcio con el que congenió de inmediato; intercambiaron direcciones, cartas; con el tiempo se hicieron tan amigos, que el maestro egipcio la invitó a conocer a su familia en El Cairo; nuestro padre pudo costearle el viaje y ella fue a vivir esa experiencia; dos veces más, Laila fue a visitar a la familia de “Papá Elia“, así llamaba cariñosamente a su amigo egipcio; solo que ya lo hizo con sus propios recursos, ahorrando los sueldos que ganaba en presentaciones teatrales y en el programa “XE TÚ“, donde al lado de Julio Lucena, manejaba y daba voz a los títeres del programa. Cuando “Papá Elia” se enteró de que mi hermana viajaría con su madre y su abuela a Europa, y que llegarían hasta Atenas, la convenció para que extendieran el viaje hasta El Cairo, donde pasarían unos días como invitadas en su casa.

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Foto compartida por Jorge Ortiz de Pinedo de su familia. Vía redes sociales

Mi abuela, después de asistir a algunos musicales de teatro en Londres y Madrid, regresó del viaje, mientras mi madre y mi hermanita continuaron su tour por el Viejo Continente. Luego de visitar París, Brujas, Viena y Atenas, se dirigieron al aeropuerto, donde compraron los boletos para abordar el fatídico vuelo 648, de EgiptAir, que partió del Aeropuerto Internacional de Atenas rumbo a El Cairo. ¿Quién podría imaginar los terribles acontecimientos que sucedieron en ese avión…?

A poco de despegar, el vuelo fue secuestrado por unos terroristas palestinos de la Organización Abu Nidal; un guardia egipcio que viajaba de incógnito trató de evitarlo; se armó un tiroteo; el guardia mató al líder de los terroristas y él mismo cayó herido; las balas perforaron el fuselaje y el avión se despresurizó. Había poco combustible, por eso el piloto tuvo que aterrizar de emergencia en el Aeropuerto de La Valeta, capital de la Isla de Malta. El terrorista que asumió el mando, aceptó que bajaran a los heridos y a las mujeres egipcias, pero al ver entre los heridos al guardia egipcio, lo mató; esta violenta reacción provocó que se suspendieran las negociaciones; entonces los terroristas amenazaron y fueron cumpliendo con matar un rehén cada 15 minutos, hasta que les proporcionaran combustible para continuar su viaje hacia Libia.

Las autoridades de Malta trataban de pactar la liberación de los rehenes, entre los que estaban mi madre y mi hermana, pero el evento se convirtió en una masacre:

Un comando egipcio intentó un operativo, utilizando explosivos para entrar a la cabina de pasajeros desde el compartimiento de carga, provocando un tremendo incendio; el comando irrumpió disparando a ciegas, matando a varios pasajeros e hiriendo a otros.

De los 90 pasajeros y miembros de la tripulación, murieron 56 personas, unas asesinadas cobardemente por los terroristas, otros por heridas de bala, otros quemados y otros más, asfixiados por el humo del incendio, durante el fallido operativo de rescate.

Esto sucedió el 23 de noviembre de 1985 en la Isla de Malta. Hoy, 12 de diciembre, a 38 años de su muerte, recuerdo con el mismo amor y lleno de tristeza a mi madre y a mi hermana, que perdieron la vida en ese avión. Las primeras mexicanas víctimas del Terrorismo Internacional, víctimas de la estupidez humana… Mi abuelita murió dos años después, no pudo reponerse de ese tremendo golpe; como yo tampoco me repongo de haber perdido a mi madre y a mi hermana de esa manera tan cruel… ¡MIS AMADAS LUPITAS!