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Claves de la declaración de emergencia nacional por COVID-19 en EE.UU.
Foto de EFE

El presidente Donald Trump declaró este viernes una emergencia nacional debido al COVID-19; pero, al contrario que el estado de alarma anunciado en España, la medida de Estados Unidos no abre la puerta a limitar el movimiento de personas ni a intervenir hospitales privados.

La principal consecuencia de la declaración es el desbloqueo de fondos federales para ayudar a los estados y a las localidades afectadas a hacer frente a la crisis del coronavirus.

Trump ha recurrido a la Ley Stafford de 1988, que permite a la Agencia Federal de Gestión de Emergencias de EE.UU. (FEMA, en inglés) coordinar la respuesta nacional en caso de una “catástrofe” y salir al rescate de los gobiernos estatales y locales impactados.

FEMA controla más de 40 mil millones de dólares en fondos federales aprobados por el Congreso para el alivio de desastres, que a partir de ahora podrían destinarse a ayudar a algunos de los estados más afectados, como Washington, Nueva York o California.

No obstante, Trump dijo que serán “hasta 50 mil” los millones de dólares a los que tendrán acceso “los estados, territorios y localidades” para luchar contra la enfermedad.

¿Es la primera vez que se declara una emergencia por coronavirus en EE.UU.?

No. El pasado 31 de enero, cuando solo había seis casos confirmados en EE.UU., el Departamento de Salud estadounidense ya declaró que el coronavirus representaba una “emergencia de salud pública“, una medida de menor calado que la tomada por Trump.

En ese caso, el objetivo y la principal consecuencia de la medida fue justificar la restricción de entrada de extranjeros que hubieran visitado China.

Además, en un sistema federal como el estadounidense, donde los estados tienen una gran autonomía para gestionar sus propios asuntos, alrededor de la mitad de los gobernadores estatales del país han declarado también una emergencia por el coronavirus, entre ellos California, Arizona y Florida.

Eso les ha permitido movilizar recursos más rápidamente para hacer frente a la pandemia, además de evitar que se disparen los precios de productos imprescindibles, como las mascarillas y los guantes.

En cada estado, esa declaración de emergencia ha derivado en distintas medidas: en Washington, se han cerrado escuelas durante seis semanas en varios condados; en Maryland se han clausurado los colegios públicos en todo el estado; y en California se ha recomendado prohibir las congregaciones de más de 250 personas.

¿Qué precedentes hay?

Esta es la primera vez que un presidente de EE.UU. recurre a la ley de 1988 para contener el avance de una enfermedad infecciosa en todo el país, a juzgar por la recopilación de precedentes incluida este mes en un informe del independiente Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU.

Esa ley solo se ha usado en otra ocasión para hacer frente a una enfermedad vírica: en 2000, el entonces presidente Bill Clinton la utilizó para ayudar a dos estados, Nueva York y Nueva Jersey, a hacer frente al virus del Nilo Occidental, transmitido por un mosquito; pero nunca se había aplicado a nivel nacional.

En general, la legislación Stafford se ha usado sobre todo para ayudar a los estados en caso de catástrofes naturales como huracanes o incendios, aunque también se ha empleado para hacer frente a crisis de salud pública.

El expresidente Barack Obama (2009-2017) la usó en 2016 para responder al problema de contaminación del agua en la localidad de Flint (Michigan) y en 2014 tras un vertido químico en Virginia Occidental.

Durante la última crisis sanitaria nacional que vivió Estados Unidos, la causada en 2009 por la gripe A, Obama también declaró una emergencia nacional, aunque lo hizo basándose en otro texto legal, la ley de Emergencias Nacionales de 1976.

Fue precisamente en esa última legislación, y no en la Stafford, en la que se basó Trump para declarar hace un año una emergencia nacional con el objetivo de desviar fondos hacia la construcción del muro en la frontera con México.

Con información de EFE