Minuto a Minuto

Internacional Juez ordena al Gobierno Trump retirar a la Guardia Nacional de Los Ángeles
Un juez federal ratificó que el despliegue de la Guardia Nacional en Los Ángeles para contener las manifestaciones por las redadas fue ilegal
Nacional Aseguran casi media tonelada de pirotecnia en mercado de Tuxtla Gutiérrez
Una denuncia ciudadana movilizó a autoridades federales a un mercado de Tuxtla Gutiérrez, donde se aseguró pirotecnia
Nacional Intensas lluvias dejan un muerto y un desaparecido en Tabasco
Las fuertes lluvias en Tabasco ocasionadas por el frente frío número 19 han dejado afectaciones en diversos municipios
Internacional EE.UU. adquiere seis aviones para tener flota propia para deportaciones: The Washington Post
Hasta ahora, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) dependía de vuelos de compañías privadas para realizar las deportaciones
Ciencia y Tecnología Estudio alerta que un nuevo clima ‘hipertropical’ etsá surgiendo en la Amazonía, ¿en qué consiste?
Un estudio de la Universidad de California en Berkeley advirtió por un nuevo clima ‘hipertropical’ en la selva amazónica
Muere a los 88 años María Luisa “La China” Mendoza
Foto de Milenio

La mañana de este viernes murió la escritora y periodista María Luisa Mendoza, mejor conocida como “La China” Mendoza. Tenía 88 años de edad.

Nacida en 1930 en la ciudad de Guanajuato, estudió Letras Modernas en la UNAM, a lo que sumó posteriormente la carrera de Escenografía en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

La China Mendoza es recordada principalmente por la calidad de su prosa, siempre presente en sus novelas, cuentos, biografías y reportajes, destacando obras como la antología “Trompo a la Uña”, su autobiografía “María Luisa Mendoza. De cuerpo entero: Menguas y contrafuertes” o la novela “Con él, conmigo, con nosotros tres”.

Durante su trayectoria obtuvo galardones como el Premio Nacional de Periodismo y el Premio “Bernal Díaz del Castillo”. Además destaca su trabajo en El Universal y El Sol de México.

En cuanto a la política, fue extitular de Conaculta, así como diputada federal por Guanajuato en la LIII legislatura.

A propósito de ello, Miguel López Azuara nos comparte el siguiente texto sobre La China Mendoza.

Era fuego líquido que ardía espontáneamente. Antes de que llegara la sentías venir como torbellino con una cauda de lejanas palabras disparadas aceleradamente y una risa pueblerina alegre y fuerte. Oiga usted.

Era La China por sus rizos infantiles.   

María Luisa Mendoza Romero nació en la entonces muy recatada ciudad de Guanajuato en 1930, y las enfermedades la mantuvieron niña presa en su habitación.

Empezó leyendo para matar el tiempo, pero se le hizo hábito, para nada de religiosa, y no tardó en hacerse escritora, periodista, conferenciante, decoradora de interiores graduada en la Universidad Femenina, escenógrafa y casualmente diputada, en la morosa estrategia de empoderar a la mujer, pero no tanto.

Además de leer y escribir, vivía viendo teatro y cine, oyendo música, viajando y reuniéndose con sus amigas la Riqui Parra, Blanca, Lorenza, Yolanda, la Chaneca Maldonado, Angélica y su inseparable prima Luchitei.

Amaba a su perro Lord Koechel, nombre que se ganó por orinarse sobre un disco Deutsche Grammophon de Mozart, y con él iba a todos lados, cargándolo como cachorro de Mandarín. “Saluda a tus primos”, le indicaba poniéndolo en el suelo al entrar a casa. El perro avanzaba con su impresionante mandíbula inferior de pekinés adelantada.

En el Bosque de Chapultepec, como coordinadora general, metió en cintura a los ambulantes abusivos que adueñados del parque ya cobraban hasta por los coches estacionados, y estimuló actividades culturales y deportivas.

Era audaz, desinhibida y arrolladora. A menudo causaba situaciones embarazosas por su desenfado, pero siempre se sorprendía de que la gente en general privilegiara las formas sobre el fondo.

Entró a mi vida familiar del brazo de un amigo y paisano con quien se casó en una noche de juerga y sin papeles, con el valor real de su propia palabra, en algún lugar del Estado de México y de madrugada. En 1960 bautizó a mi hijo Miguel y muchos años después, cuando la conoció, mi nieta Lorenita, de 12 años, maravillada le reprochó por qué no había conocido antes a esa increíble madrina. A ella no le importaba que entre sus casas hubiera 350 kilómetros de distancia.

A las solemnes y muy pertinentes palabas de despedida que merece en su fallecimiento, añado sin mayores pretensiones un bosquejo de la imagen que nos deja, con el cariño de su amigo de siempre y su compadre.

Adiós, querida China, y gracias por tu grata amistad y generoso afecto.