
Donald Trump, presidente de EE.UU., impuso el fin de semana aranceles a México, Canadá y China, lo cual puede tener consecuencias imprevistas
El presidente estadounidense, Donald Trump, quiere iniciar una guerra comercial con sus tres principales socios (México, Canadá y China) que podría tener consecuencias imprevistas al destruir una de las regiones más integradas del planeta y provocar un repunte de la inflación y el desempleo en Estados Unidos.
El diario The Wall Street Journal, ideológicamente conservador, criticó fuertemente la decisión de Trump de imponer un 25 por ciento de aranceles a gran parte de las importaciones desde México y Canadá y del 10 % a China en lo que ha bautizado como “la guerra comercial más tonta de la historia”.
Autarquía no es el mundo en que vivimos o uno en el que queramos vivir, como Trump probablemente aprenderá pronto”, indica el editorial del diario económico, del mismo grupo mediático que Fox News.
Trump respondió el domingo al editorial, asegurando que el WSJ “siempre se equivoca” cuando se trata de aranceles y comercio” y los sumó a un grupo de “globalistas” que quieren “desfalcar” a Estados Unidos con acuerdos comerciales desventajosos, “crimen y drogas”.
A su llegada a Washington, Trump, que pasó el fin de semana jugando al golf en Florida después de anunciar unos aranceles por los que Canadá y México prometieron responder con represalias, aseguró que los estadounidenses “sentirán un poco de dolor durante un corto tiempo”, pero que el resultado de su cambio radical en política comercial “valdrá el precio” que pagarán.
Según Zach Motti, presidente de Coalition for a Prosperous America (CPA), una organización de empresarios que es parte del polémico Proyecto 2025, la subida de los aranceles era algo “que hacía tiempo necesitábamos para reequilibrar el comercio”.
Motti fue especialmente duro con México “que no es diferente a China en lo que respecta a explotar los acuerdos comerciales y minar la industria estadounidense”.
No obstante, un coro de economistas expertos alertaron que invalidar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) con con estas subidas de barreras arancelarias puede tener efectos imprevistos y muy negativos para Estados Unidos al obligar a cambiar cadenas de suministros fuertemente integradas en Norteamérica y afectar a la competitividad de la manufactura estadounidense a nivel global.
Según Paul Ashworth, economista jefe para Norteamérica de Capital Economics, el anuncio de este fin de semana “es el primer ataque de lo que podría convertirse en una guerra comercial global muy destructiva”.
Trump tomó medidas arancelarias sin precedentes contra sus socios del zona económica del T-MEC y contra el principal origen de sus importaciones, China, lo que pone en riesgo un volumen de riqueza de unos 1.6 billones de dólares, equivalente a casi el 6 por ciento de Producto Interior Bruto de Estados Unidos.
No obstante, algunos economistas como Jason Furman, de la Universidad de Harvard, consideran que la guerra comercial es “tan loca” que no va a durar.
El problema de usar aranceles para forzar cambios en otros asuntos es que nos pueden hacer muchísimo daño”, dijo.
Según Mary Lovely, economista sénior de Instituto Peterson, “es difícil identificar alguna ventaja que se derive de estos aranceles” y recordó que el aumento de coste de importar acabará traspasándose a los consumidores y provocará una subida de los precios.
Paul Donovan, economista jefe de UBS Global Wealth Management, advirtió que tras la entrada en vigor esta noche de los aranceles el aumento de precios se notará “en un mes” en alimentos (muchos provenientes de México) y los combustibles (por la importancia de los hidrocarburos canadienses).
Para Larry Summers, exsecretario del Tesoro con Bill Clinton, “este shock autoinfligido es un regalo estratégico” para el presidente chino, Xi Jinping, que podría utilizar estas decisiones para acercarse a aliados tradicionales de Washington desencantados con Trump.
Josh Lipsky, director del Centro Geoeconómico del Atlantic Council y exasesor de Fondo Monetario Internacional, consideró que el aumento de los gravámenes del 10 por ciento no afectará tanto a China, ya que puede hacer frente a esto con una devaluación de su divisa, con lo que “las represalias económicas de Pekín serían más discretas”.
Con información de EFE