Rafael Nadal se clasificó por decimoquinta vez para las semifinales en Roland Garros, una ronda donde solo ha perdido en una ocasión
El español Rafael Nadal se impuso en un vibrante partido al serbio Novak Djokovic, número 1 del mundo y defensor del título, 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6(4) y en busca de su decimocuarta corona en Roland Garros jugará las semifinales contra el alemán Alexander Zverev.
Al término de una maratón de cuatro horas y 11 minutos, que se acabó de madrugada, Nadal, número 5 del ránking, evitó con este triunfo que Djokovic tenga opciones de sumar su tercer título en París y le iguale a 21 Grand Slam.
Aupado por el público de París, el español se clasificó por decimoquinta vez para las semifinales en la arcilla parisiense, una ronda donde solo ha perdido en una ocasión, el año pasado contra Djokovic.
El serbio puso fin a su serie de 14 victorias consecutivas y abandonó el terreno sin saludar a la grada, visiblemente descontento con el apoyo que prestaron al español.
Nadal, que había asegurado que el de esta noche podía ser su último partido en Roland Garros y que se había quejado del turno nocturno, acabó en una comunión extraordinaria con los espectadores.
El duelo comenzó en una estrellada noche de mayo, pero como las grandes batallas, las épicas, esas en las que los contendientes lo dejan todo, nada que guardar, acabó en una fresca madrugada de junio, algo que los anales de la historia del tenis nunca antes habían registrado.
Que no iba a ser un duelo sencillo se vio venir desde el primer momento, sobre todo porque Nadal, que partía como la víctima, salió enchufado, dispuesto a poner desde el principio sus credenciales encima de la pista y nadie pensaba que Djokovic, el teórico favorito, se marcharía sin presentar batalla.
Asombró que el español se apuntara la primera manga con relativa facilidad y que comenzara dominando la segunda, 3-0, con dos saques arrebatados al rival. Acabó así con la serie de 22 parciales consecutivos ganados por el serbio, que se apuntó sin perder ninguno el torneo de Roma y había ganado todos en su camino hasta cuartos de París.
El partido empezaba como la semifinal de hace un año, pero en esta ocasión, Nadal no bajó los brazos y peleó hasta el final.
Como era de esperar, despertó el serbio, que se apuntó los tres siguientes juegos y ya, con la carrerilla, empató a un set.
No sin batalla, porque ambos se disputaron cada milímetro de la pista, con algunos juegos regañados hasta la saciedad, como el del 3-3, que duró 18 minutos.
Mientras subían los minutos bajaban los grados y el frío densifica el juego, mala noticia para Nadal que veía como sus golpes maestros perdían eficacia.
Frente a ello, el español, genio de la adaptación al entorno, tiró de estrategia, menos potencia pero más inteligencia, lo que debió pillar desapercibido al serbio que tardó en reaccionar y, cuando lo hizo, ya tenía otro set en su contra.
Espoleado, el número 1 del mundo sacó su carácter y se colocó 3-0 en el inicio del cuarto, aunque para ello tuviera que echarse al público a las espaldas con un feo gesto al golpear la red con la raqueta.
Los abucheos, los ¡Rafa Rafa!, fueron minando su moral y cuando sacaba para ganar el parcial con 5-2 a su favor, de nuevo Nadal sacó su talento e igualó la contienda. Definitivamente, eligieron el camino más largo.
Pero la moral del serbio había ya caído y en el juego de desempate la ventaja fue claramente del español, que se colocó 6-1 y con cinco balas en la recámara para plantarse en semifinales. Disparó cuatro antes de acertar en el corazón del serbio.
Con información de EFE