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La fusión de equipos que originó a Cruz Azul
Foto de internet

Cruz Azul publicó un libro sobre sus 50 años en Primera División. A través sus páginas revela el origen de este club que es uno de los más populares de México, historia que todos sus  seguidores deben conocer. Aquí va una parte del relato que pueden ver sobre la fusión de dos equipos que dieron origen a La Máquina.

Muchos no lo saben pero el Cruz Azul es el resultado del mestizaje entre dos equipos: Jasso y Lafayette. Los orígenes de los cementeros son relatados por dos protagonistas de aquella fusión que se realizó cuando buscaban inscribir al equipo en la Segunda División.

La fusión de equipos que originó a Cruz Azul - cruz-azul-fusion-lafayette-jasso
Con (L) señalamos a los integrantes de Lafayette, el resto son jugadores provenientes del club hidalguense. De izquierda a derecha, de pie: Valentín Rivera (masajista), Paulino Sánchez (DT), Luis Sánchez, Roberto Reynoso, Díaz Infante, Jorge Soria (L), Enrique López (L), Gonzalo Pérez (L), Melesio Galván (L) y Felipe Torres. Abajo: Roberto Muciño, Juan Díaz, Víctor Arellano (L), César Gamboa (L) y Felipe Negrete.

En la década de los 60, uno de los requisitos que pedía la Federación Mexicana de Futbol para que un club ingresara a la Segunda División era contar con equipos de Reservas. Algo que la estructura de Cruz Azul no contaba pese a cumplir con todos los demás. En la Federación  recomendaron a Paulino Sánchez que buscara al equipo de Lafayette.

“Cruz Azul se fijó en Lafayette porque el equipo la reserva especial jugaba bastante bien, como una maquinita. Era de los mejores de México. Estábamos en una liga. Jugaban muy bonito. Lo programaban en un partido preliminar cuando venían equipos como el Botafogo y el Santos”, señala Melesio Galván, mediocampista de Lafayette que fue parte de la fusión.

“El equipo tenía reservas y por eso Cruz Azul se interesó en Lafayette porque si no tenía fuerzas inferiores no lo aceptaban en Segunda División. Lafayette era un equipo que daba gusto verlo. A los demás equipos les daba miedo. Cuando preguntaban “¿qué te toca?”y les decían Lafayette, comentaban “¡aguas güey porque están canijos!”. Teníamos un buen equipo”, complementa Enrique López quien logró el ascenso con Cruz Azul en 1964 y que fungió como defensa en Lafayette.

El doctor David González Ogaza era el director técnico y gerente del club, era el encargado de todos los gastos que se originaban. “Había cosas que comprábamos como los zapatos de futbol. El uniforme lo pedía el doctor. No recuerdo la cantidad pero una playera te costaba 15 pesos de ese entonces, las medias 10 pesos, los calzoncillos 15. Los zapatos estaban a 25 o 30 pesos”, recuerda López. La indumentario del equipo era una playera mitad blanca, mitad roja, con el pantaloncillo blanco.

“Jugábamos en la colonia Moctezuma, donde ahora está el mercado. Jugábamos los domingos, parecía una fiesta. Desde la mañana jugaban todas las categorías. Comenzaban con la infantil hasta las reservas. Como equipo de llano, jugamos contra las reservas de Atlante, América, Necaxa y Zacatepec, competir a su nivel nos daba fogueo. Muchos jugadores llegaron a la Primera División como Alfonso Portugal y Mario Ayala” apunta Galván.

Las categorías del equipo son explicadsa por Enrique López, apodado El Chato por el entrenador húngaro Jorge Marik.“Teníamos desde Infantil, Juvenil, Reserva especial y Reservas. La Juvenil era de 14 a 16 años, Reserva Especial de 16 a 18, ahí yo empecé. La mayoría de los jugadores éramos de esta colonia. No cobraban la inscripción, sólo debías mostrar cualidades para el futbol. De los más destacados estaban un tal Palmerín, Jorge Barrera, Mario López – mi hermano- y Víctor Arellano. José Cano, Gonzalo Pérez el Berrendo y yo fuimos parte de la selección amateur del DF que salimos campeones en 1960 en un torneo nacional disputado en Morelia.”

Los entrenamientos se hacían en el deportivo Pelón Osuna y después se fueron por los rumbos del metro Hangares. Comenzaban a las 6 de la mañana y acudían todos los integrantes de cada categoría. A los que tenían que trabajar, el doctor González los dejaba salir temprano o los citaba en la tarde para entrenar.

Para los partidos de visita, cuenta el Chato que uno de sus compañeros conseguía la trasportación. “José Cano, uno de nuestros compañeros, su papá tenía un camión de volteo de arena. Él nos llevaba en ese camión. Recuerdo que fuimos a San Ángel y a Loreto, ¡en esos tiempos estaban lejísimos! También íbamos hasta los Dínamos. Si teníamos que salir de la ciudad teníamos que agarrar camión de pasajeros como cuando jugamos contra Zacatepec. Visitábamos al España, Motolinía, Necaxa, Atlante. Jugábamos en sus estadios como partidos preliminares. Pisamos las canchas de Ciudad de los Deportes y el Parque Asturias.”

Hacia 1960 ocurrió la fusión. Ángel Sánchez, tesorero de la Cooperativa, viajó a la ciudad de México para hablar con el doctor González. Ambos llegaron a un acuerdo para que Lafayette pasara incorporarse al Cruz Azul.

Previo a un partido entre Lafayette y América, de la categoría Reserva Especial, que se realizaría en el estadio Olímpico Universitario llegó un empleado de Cruz Azul a los vestidores a dar la noticia. “Nos dijeron ‘ustedes ya no son Lafayette’. Ahí nos notificaron que ya no pertenecíamos a Lafayette, que ahora pertenecíamos a Cruz Azul. Ellos llevaron los uniformes y salimos de blanco de Cruz Azul. Automáticamente integramos el equipo. De ahí después nos notificaron. Íbamos a entrenar a Jasso los martes y jueves en la tarde. Viajábamos en tren en Buenavista o salía el camión en Insurgentes. Entrenábamos a las 4 y llegábamos al DF a las 10:30 de la noche. Nos pagaban los viáticos porque no era profesional el equipo”, cuenta López.

Jorge Soria, Enrique López, Gonzalo Pérez, Melesio Galván, Víctor Arellano, Alfonso Vergara, Jorge Barrera, José Cano y César Gamboa fueron los miembros de Lafayette que pasaron a las filas del Cruz Azul sin saber que se convertían en el origen de una leyenda del futbol mexicano. “¿quién iba a saber lo que iba a pasar con Cruz Azul? Ni la directiva sabía…” remata el Chato López.

Por Paulo Medina