En los últimos dos años, los estadios se han convertido en redes de captura de criminales en las que ya han caído más de 400 prófugos
La pelota ya comenzó a rodar nuevamente en la Superliga argentina y también la pasión ilimitada por el futbol en el país sudamericano, donde el fanatismo no disuade ni siquiera a prófugos por diversos delitos que acuden a los estadios y caen en las garras de la justicia.
En los últimos dos años, los estadios se han convertido en verdaderas redes de captura de criminales en las que ya han caído más de 400 prófugos. Hombres y mujeres que vieron terminados sus días en el hampa gracias a una costumbre impostergable en Argentina: ir al estadio a ver el futbol.
Al igual que en la película El Secreto de sus Ojos, ganadora de un premio Oscar en 2010, el aficionado argentino al futbol demuestra que puede cambiar “de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión”, tal como relata el actor Guillermo Francella en una de las líneas más recordadas.
El programa Tribuna Segura, dependiente del ministerio de Seguridad, comenzó a controlar en 2016 las identificaciones de los aficionados que concurren a 60 estadios de Argentina y los resultados han rebasado las expectativas.
Hasta la fecha el programa controló más de 7 millones 500 mil personas, en 794 operativos, en los que la policía logró detener a 424 personas que escapaban de la justicia por distintos delitos. Son solo algunas de las más de 50 mil que en Argentina tienen una orden de captura judicial.
Los buscan por robos, violencia de género, rebeldía, violaciones. Pero también estafas, como el caso de una mujer que estaba por ingresar junto a sus hijos a ver a su querido Talleres de Córdoba, hasta que los policías la descubrieron, convocaron a su marido para que recogiera a los niños y, así, pudieron arrestarla.
“Un día, un policía me dijo que cuando a un barra o a este tipo de delincuentes le pedís su documento de identidad lo desnudas”, afirma a la AFP el director de seguridad deportiva, Guillermo Madero. El hombre asumió en diciembre de 2015 en un contexto de febril violencia encarnado en las tribunas del fútbol argentino y que dos años antes motivó la prohibición de concurrencia de público visitante. Hoy las aguas están más calmas y tal restricción comienza a evaporarse.
Las listas que prohíben el ingreso a los estadios de personas con antecedentes de violencia en contextos deportivos se incrementó a más de mil 500. Algunos de ellos fueron vetados por incidentes durante el Mundial de Rusia. El funcionario es optimista: “Tenemos una curva interesante desde que implementamos el programa Tribuna Segura. La cantidad de prófugos se mantiene y los que tienen derecho de admisión están en baja. Eso quiere decir que los barras están dejando de ir”.
Con información de AFP