Minuto a Minuto

Entretenimiento Encuentran muertos al director de cine, Rob Reiner y esposa en su casa de LA
El actor, director y productor Rob Reiner fue encontrado muerto este domingo en su casa de Los Ángeles junto a su esposa, Michele Singer
Internacional Identifican a cinco de las víctimas del atentado de Sídney, incluidos dos rabinos
Autoridades confirmaron la identidad de cinco de las 16 víctimas mortales del tiroteo ocurrido durante un festival judío en la playa de Sídney
Internacional “Vienen vientos de la muerte”; Petro tras el triunfo de Kast en Chile
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, advirtió que en América "vienen los vientos de la muerte", tras la victoria de José Antonio Kast en Chile
Nacional Saldo blanco en la marcha de la Generación Z de este domingo
Autoridades de Ciudad de México informaron que la marcha de la Generación Z realizada este domingo concluyó con saldo blanco
Sin Categoría Avión de JetBlue evita colisión con una aeronave militar de EE.UU. cerca de Venezuela
"Casi tuvimos una colisión en el aire", dijo el piloto de JetBlue, de acuerdo con una grabación de su conversación con el control de tráfico aéreo filtrada a los medios

Jorge G. Castañeda me ganó por un día la glosa de un notable artículo publicado en la edición de abril de la revista Harper’s.

Es el artículo de Dan Baum que lleva por título Legalize it All. How to Win the War on Drugs”. (Legalícenlas todas. Cómo ganar la guerra contra las drogas).

Baum revisa los aberrantes supuestos políticos, estadísticos, sanitarios y criminales en que descansa la llamada guerra contra las drogas. Añade una dimensión inédita: el cinismo de la primera semilla.

La primera semilla es la que siembra el presidente Richard Nixon durante su campaña triunfal por la presidencia de 1968, centrada en derrotar la potente agenda social del partido demócrata con una propuesta conservadora de ley y orden. El centro de la propuesta nixoniana fue la guerra contra las drogas.

En su texto de Harper’s, Baum recobra parte de una entrevista, hasta ahora inédita, con John Ehrlichman, el colaborador número uno de Nixon, el preso número uno de Watergate.

Ehrlichman recibe a Baum en 1994, en su retiro, para responder una entrevista sobre aquella guerra. Rehúsa entrar en detalles.

“¿Quieres saber realmente de qué se trataba?”, pregunta a Baum. Y explica:

“La campaña de Nixon en 1968, y su Casa Blanca después, tenían dos enemigos: la izquierda antiguerra (de Vietnam) y los negros. Sabíamos que no podíamos ilegalizar que alguien estuviera contra la guerra o fuera negro. Pero haciendo que la gente asociara a los hippies con la mariguana y a los negros con la heroína, y penalizando luego severamente ambas sustancias, podíamos golpear a las dos comunidades. Podíamos detener a sus dirigentes, efectuar redadas en sus hogares, interrumpir sus reuniones, infamarlos en los noticieros de la noche. ¿Sabíamos que mentíamos sobre las drogas? Por supuesto que sí.”

Celebro que Castañeda haya publicado ayer en estas páginas las palabras de Ehrlichman, porque eso me permite repetirlas hoy. Las repetiré, de hecho, cada vez que pueda. La explicación de Ehrlichman merece ser repetida y escuchada por sus muchos herederos, en particular por gobernantes como los de México, que siguen montados a ciegas en aquella guerra, sin recordar, acaso sin saber, su triste origen.

[email protected]