
Filiberto Silverio Casimiro, “El poli-párroco” como todos lo conocen, es segundo oficial y diácono permanente. Busca evitar que las almas vayan al purgatorio y que los capitalinos sean víctimas de la delincuencia. Su actuar y labor cotidiana se rigen por dos documentos: las sagradas escrituras y las leyes y reglamentos de la Secretaría de Seguridad … Continued
Filiberto Silverio Casimiro, “El poli-párroco” como todos lo conocen, es segundo oficial y diácono permanente.
Busca evitar que las almas vayan al purgatorio y que los capitalinos sean víctimas de la delincuencia. Su actuar y labor cotidiana se rigen por dos documentos: las sagradas escrituras y las leyes y reglamentos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF).
Y lo hace armado con una Biblia y una Glock 9 milímetros, que espera nunca usar.

Para Silverio Casimiro, ambos servicios van de la mano e incluso comparten los mismos objetivos: destacar y reafirmar los valores en la sociedad y combatir el egoísmo.
“Soy un agraciado de Dios porque he hecho una carrera policial con el grado de segundo oficial. Estoy comisionado a la seguridad en una filial de la Secretaría de Seguridad Pública local”, explicó.
Tanto el secretario de Seguridad Pública, Hiram Almeida Estrada, como el cardenal, Norberto Rivera, conocen y avalan las dos funciones que realiza el agente Filiberto.

“Yo solo sirvo a la sociedad desde varios frentes. Para la gente es muy difícil entender, porque ser policía es algo que ha sido rechazado por la sociedad. No podemos ocultarlo, algunos compañeros han cometido atrocidades y a partir de eso se generó un rechazo”, afirmó.
“El servicio a la iglesia es espiritual y se preguntan ¿cómo se puede desarrollar un policía dentro de la iglesia? Las personas asumen que no tiene que ver nada una cosa con la otra, pero no es así”.
Y agrega: “en la SSPDF doy un servicio a la sociedad, brindo seguridad, y el sacerdocio es un servicio que se da espiritualmente. El centro de ambos trabajos es fortalecer los valores, hacer una sociedad mejor”.
Filiberto usa su uniforme de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) entre semana y los fines de semana oficia misas en Cuajimalpa y en la zona de Santa Fe.
Tener vocación
Todo inició en 2011, cuando una lectura lo llevó a elegir el camino de la religión.
“Los sanos no necesitan médicos ¿quiénes los necesitan? los enfermos. Yo no he venido a los justos, he venido a los pecadores. Escuché ese mensaje y dije: yo soy uno de ellos”.
Consciente de su labor, mezcla sus conocimientos en ambos campos, lo cuales replica con sus compañeros policías… “No está peleada la vida común con la vida espiritual, porque debemos enfocarnos en lo que pide la sociedad, no debe ser imposición, ni con los capitalinos ni con los feligreses”.

A sus 54 años de edad, y con más de 20 años de carrera policial, ha vivido casos y operativos donde arriesgó la vida, “pero gracias a dios nunca he disparado un arma contra alguien”.
El poli-párroco espera que llegue su tiempo de jubilarse para dedicarse de tiempo completo a la iglesia.

Con información de La Crónica.