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El accidente nos debe llevar a una revisión de la forma en que la planta opera; el pasado de Pajaritos no debe ser parte de nuestro futuro.

Mexichem invirtió 290 millones de dólares para convertirse en el socio mayoritario de Pajaritos. PEMEX aportó a la alianza una planta valorada en 228 millones de dólares; con eso obtuvo un poco más de 44% de la nueva sociedad.

La alianza tardó mucho en cristalizar, entre otras cosas, porque había discrepancias respecto del número de personas que la planta necesitaría para operar. En manos de PEMEX llegó a tener dos mil empleados. Mexichem apostaba por una estructura mucho más esbelta y lo consiguió. Antes del accidente laboraban 800 personas.

Muchas cosas hicieron posible la sociedad entre PEMEX y el mayor productor de PVC del planeta. Imposible pasar por alto el escándalo de corrupción relacionado con la remodelación de la planta. Entre el 2001 y el 2004, PEMEX invirtió 150 millones de dólares para modernizar la planta y así incrementar significativamente la producción. El plan era pasar de 200 mil toneladas de cloruro de vinilo al año hasta un poco más de 405 mil. En ese momento, tal cantidad equivaldría a 65 por ciento de la demanda nacional del producto. Ese material es el insumo principal para la producción de PVC.

Los planes nunca fructificaron, porque las obras de remodelación resultaron un fraude. El contratista, un grupo español llamado Duro Felguera, utilizó materiales chatarra y equipos usados. Una investigación de la Secretaría de la Función Pública reveló que la empresa española se puso de acuerdo con los directivos de PEMEX Petroquímica para realizar un trabajo que era una porquería. Al terminarse la obra, en vez de tener una planta con capacidad de producir 400 mil toneladas, se consiguió una que apenas llegaba a 180 mil. Esto es 10 por ciento menos de lo que producía antes de la “modernización”.

El equipo de PEMEX Petroquímica que encabezaba Rafael Beverido Lomelín estuvo involucrado en la compra a sobreprecio de 300 por ciento de equipos que no funcionaban, reveló un informe de la Auditoría Superior de la Federación. Al recibir la obra, PEMEX Petroquímica aceptó una planta que no cumplía con la seguridad necesaria y tenía anomalías en el diseño y mantenimiento. Estos problemas se manifestaron el 31 de enero del 2008, cuando uno de los hornos explotó y provocó un incendio. En ese accidente no hubo víctimas fatales, pero el accidente sirvió para traer de regreso la historia de la mal hechura de la remodelación.

Si la modernización emprendida en el 2001 en Pajaritos hubiera sido exitosa, quizá no tendríamos la alianza entre PEMEX y Mexichem. La empresa pública tendría una moderna planta que estaría produciendo materia prima con valor de 15 millones de pesos diarios. El principal comprador de ese producto sería, con toda probabilidad, Mexichem. La empresa que fundó Antonio del Valle y ahora preside Juan Pablo del Valle es el mayor consumidor de cloruro de vinilo en México. Es también el mayor productor de PVC en el mundo.

La corrupción de PEMEX Petroquímica fue tan grotesca que hace imposible sentir nostalgia por los tiempos en los que el gobierno era el único propietario de Pajaritos. En vez de ganar dinero, hubo años en los que esta planta perdía 8 millones de pesos diarios. El accidente nos debe llevar a una revisión profunda de la forma en que la planta opera ahora, pero hay que tener cuidado con pedir al tiempo que vuelva. El pasado de Pajaritos no debe ser parte de nuestro futuro.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx