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Para algunos debe tener incluso una connotación divina, pero dos de los más poderosos huracanes de la temporada han pegado a Estados Unidos y eso que estamos apenas iniciando septiembre, el mes de los ciclones.

El propio presidente de Estados Unidos, ese que sacó a su país del Acuerdo de París para combatir el cambio climático, ese que niega el calentamiento global, tuiteó en días recientes respecto a Harvey, en Texas e Irma en Florida.

El 27 de agosto posteó en esa su arma favorita, que es Twitter, que era histórica la lluvia en Houston, y en todo Texas, las inundaciones sin precedentes y con más lluvia a la vista. Tuiteó que el huracán (Irma) parece el más grande jamás registrado en el Atlántico.

Muchos superlativos climáticos para alguien que no cree en el cambio climático.

El azote de las lluvias y los vientos de Irma durante este fin de semana en la costa de Florida pinta para dejar numerosas pérdidas económicas que se habrán de sumar a los miles de millones de dólares que ya dejó en facturas pendientes de pago el huracán Harvey.

La peor tragedia es por mucho la humana, las decenas de vidas perdidas en Texas y la tragedia que ya a estas alturas ha provocado Irma en el Caribe. Pero vale la pena dimensionar el impacto económico de estos fenómenos únicos y extraordinarios del negado cambio climático.

La firma JPMorgan calcula que tan sólo las compañías aseguradoras habrán de desembolsar unos 30,000 millones de dólares para cubrir las pérdidas cubiertas de Harvey. La peor tragedia es que la mayoría de las familias de las más de 100,000 viviendas dañadas no contaban con la cobertura de un seguro para ese daño.

Un impacto económico con cargo a la inflación es el aumento que ya ha tenido el precio de las gasolinas. Texas es uno de los principales proveedores de combustibles y la zona de Houston es una de las más relevantes.

Los precios de los materiales de construcción habrán también de resentir el impacto ante la necesidad de la reconstrucción. Cientos de miles de automóviles se perdieron y la ley de la oferta y la demanda se encargará de hacer lo propio con los precios de los autos nuevos.

Por el otro lado la visible necesidad de reconstrucción de Texas y la previsible reparación de Florida implicará el uso intensivo de mano de obra, las inversiones en renovación de infraestructura y en general la reactivación forzada de la construcción de esas zonas sureñas de Estados Unidos.

Esto en sentido contrario de los impactos negativos que tuvieron muchas actividades industriales y terciarias que vieron interrumpidas sus actividades por el impacto de los huracanes.

Las catástrofes del cambio climático inexistente ante los ojos de Trump se han recargado esta temporada en Estados Unidos. Y como agravante de las lluvias y los vientos huracanados está la política de negación de la realidad de la Casa Blanca que prefiere amenazar con paralizar el gobierno para destinar recursos a la construcción de su muro y no para la reconstrucción de sus ciudades.

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