Elecciones 2024
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Cada vez que miramos alrededor, el ciempiés pierde otro zapato. Así describía el senador republicano John McCain la cadena de escándalos de Donald Trump, hace apenas tres meses. Y aún estaban por venir el despido de James Comey como director del FBI y las revelaciones sobre una reunión del primogénito del presidente con agentes rusos para atacar a Hillary Clinton en la campaña.

A juzgar por la prensa tradicional, el ciempiés estaría a punto de quedar descalzo. Las evidencias sobre la intervención rusa se acumulan y la popularidad de Trump reporta caídas históricas. Según la más reciente encuesta del Washington Post y ABC News, la aprobación bajó de 42 a 36 por ciento en los últimos tres meses.

Aun así, el presidente conserva el apoyo de sus votantes y de la gran mayoría de los legisladores de su partido. Entre los electores republicanos su popularidad se mantiene sólidamente por encima de 80 por ciento. Mientras Trump preserve firmes ambos pilares, su mandato estará a salvo. Y, por lo visto, el tema ruso no ha logrado trastocarlos.

Como apunta The New York Times, la derecha en Estados Unidos admira a Putin y a su liderazgo autoritario, lo que explica que las revelaciones sobre Rusia “apenas han tocado la conciencia de la base conservadora del presidente” (NYT, 14/07/17).

El verdadero reto para Trump frente a esos simpatizantes, a quienes aseguró que si lo llevaban a la presidencia “se cansarían de ganar”, es cumplir lo que les prometió. Los escándalos que han acaparado la atención de los medios son relevantes solo en la medida en que han conseguido distraer al gobierno y entorpecer una agenda de por sí complicada.

El revés legislativo en la reforma al Obamacare es el ejemplo más claro del tamaño del reto que enfrenta Trump. Si, además, no hay avances en áreas como la migración o el libre comercio, entonces sí, la popularidad de Trump entre sus simpatizantes podría debilitarse. Esto provocaría el distanciamiento de los republicanos que buscan reelegirse en 2018, lo que dejaría al presidente expuesto y debilitado.

Solo entonces el ciempiés de la Casa Blanca habrá perdido su último zapato.