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En algún punto del tenso debate del domingo pasado entre Hillary Clinton y Donald Trump, la candidata demócrata dijo sin chistar que Rusia tiene claros intereses de que el republicano sea el presidente y no ella.

Y se fue más allá, habló del papel que juega Vladimir Putin y su gobierno en el intento de mantener en el poder al dictador sirio Bashar al Assad, de bombardear a la población de Alepo y de no poner ninguna atención a la amenaza terrorista de ISIS.

No son nuevas las sospechas, quizá indicios, de que el gobierno de Vladimir Putin tiene interés de intervenir en la elección de Estados Unidos. Hay acusaciones de ciberataques en contra de intereses estadounidenses desde territorio ruso.

Uno de los personajes que más documentos confidenciales del gobierno estadounidense ha filtrado, Edward Snowden, está exiliado en Moscú donde es ampliamente protegido. Hay razones más que suficientes para sospechar de los rusos.

¿Puede realmente influir Vladimir Putin y sus aparatos de inteligencia en el resultado de la elección de Estados Unidos?

Quedan varias semanas de campaña y todavía hay tiempo de soltar una bomba nuclear que haga que la demócrata pierda la elección. También puede ocurrir lo mismo con Trump. Pero más allá de las bombas de octubre que falten, sí hay espacio para una influencia rusa en el ánimo de los estadounidenses.

Hay un terreno donde se puede romper la ventaja que hoy ha retomado Hillary Clinton, ese territorio es la economía. Si se rompe el equilibrio del bolsillo de los votantes se van a enojar y van a actuar en consecuencia en las urnas.

¿Cómo se puede romper la armonía de las finanzas personales rápidamente para que pueda pesarle al presidente Barack Obama, a los demócratas y a su candidata Hillary Clinton? Muy sencillo, en los combustibles.

Si el precio de las gasolinas llega a rebasar los tres dólares por galón, los estadounidenses se van a encolerizar de tal forma que pueden reaccionar con votos.

El presidente ruso tuvo un gesto que pareció de enorme generosidad con los vapuleados productores de petróleo de la OPEP: informó su respaldo al plan de limitación de la producción.

Este inesperado anuncio impulsó los precios del petróleo a sus mejores niveles del año. Pero también tiene un impacto en los precios de las gasolinas en Estados Unidos.

Con este respaldo de Putin toma más forma la posibilidad de lograr un acuerdo exitoso entre los países productores de petróleo, siempre y cuando renuncien a su naturaleza de incumplir con los acuerdos a los que llegan.

Claro que un aumento en los precios del petróleo tiene que desafiar todavía el comportamiento de los mercados financieros, que encontrarían en ese camino al alza una oportunidad de realizar ganancias a corto plazo, apostando por un incremento en forma de zigzag y eso lleva tiempo.

Sería de una sofisticación enorme y de un maquiavelismo impresionante que los rusos pensaran en influir por la vía del tanque de gasolina, pero no hay que perder de vista que las decisiones electorales de millones de estadounidenses sí están determinadas por el desempeño de su propia economía.

Queda poco tiempo para que haya algún cambio económico importante en Estados Unidos que influya en las elecciones del 8 de noviembre, pero la volatilidad de los combustibles es bien conocida y su impacto psicológico es determinante.