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Un salario mínimo hoy debería ser superior a los 200 pesos mensuales.

Cuando todas las medidas populistas fallan y se arruina el futuro de todo un país, no queda más remedio que seguir platicando con los pajaritos que aseguran que desde el cielo el comandante supremo está muy contento con el manejo político de la República.

Al menos esto, que parece un caso de psiquiatría, es lo que hace Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, que insiste en platicar con la reencarnación plumífera de Hugo Chávez.

Pero ese país pavimentó su camino hacia estos terrenos de la desgracia económica y política tolerando medidas que acabaron con la estabilidad de una gran nación sudamericana.

En México, la tentación populista es histórica y es de hecho oferta de gobierno desde la izquierda.

Portar máscaras de un ex presidente mexicano de los años 30 del siglo pasado para fijar posición ante una industria petrolera paralizada en pleno siglo XXI no tiene otra lógica que ese planteamiento populista.

Pero es tal la tentación de atraer electores poco reflexivos con promesas huecas que hasta el partido político identificado con la derecha explora sus propias veredas del populismo a la mexicana.

Qué otra explicación puede caber en la intención del Partido Acción Nacional (PAN) de consultar entre los ciudadanos si quieren que aumenten los salarios mínimos.

La idea, según lo expuso Gustavo Madero, presidente del PAN, es impulsar una consulta popular en la que se haga esta pregunta: “¿Estás de acuerdo con que la Ley Federal del Trabajo establezca que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos fije un nuevo salario mínimo que cubra todas las necesidades de una familia, para garantizar al menos la línea de bienestar determinada por el Coneval?”

La pregunta es compleja y tramposa y no puede tener otra respuesta que una rotunda afirmativa generalizada. Es complicada porque habrá que ver cuántos mexicanos saben qué es el Coneval, por ejemplo.

Y es tramposa, primero por la respuesta obvia. Y segundo, porque eso de fijar un salario mínimo que cubra las necesidades de una familia está garantizado en la Constitución.

Los salarios mínimos que deberán disfrutar los trabajadores serán generales o profesionales. Los primeros regirán en las áreas geográficas que se determinen; los segundos se aplicarán en ramas determinadas de la actividad económica o en profesiones, oficios o trabajos especiales.

Dice a la letra en el Artículo 123: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.

La pregunta remite el resultado al Congreso para que modificara la Ley Federal del Trabajo. De acuerdo con los cálculos del propio PAN, un salario mínimo hoy debería ser superior a los 200 pesos diarios, contra los 70 pesos actuales.

Si fuera tan fácil como subirle 130 pesos al salario y ya, no habría necesidad de consultar nada. Pero hasta los más rancios dogmáticos de la izquierda entienden, pero no aceptan, que desatar una carrera entre salarios e inflación siempre implica la peor parte para los trabajadores.

El juego panista de la consulta popular es la respuesta al otro juego de la consulta popular perredista. Es simplemente un ejercicio político para ver quién tiene el mejor efecto electoral. Ninguna de las dos interrogantes habrá de arrojar el resultado prometido.

Si no me creen, que le pregunten a un pajarito.