La Convención Nacional Demócrata parece haber sido kriptonita para Donald Trump. Sacó lo peor de él, como descalificar a una familia musulmana que perdió un hijo peleando por Estados Unidos en Irak. El público, por una vez, se lo cobró. Es normal que después de las convenciones que nominan candidatos presidenciales, estos tengan un rebote … Continued
La Convención Nacional Demócrata parece haber sido kriptonita para Donald Trump. Sacó lo peor de él, como descalificar a una familia musulmana que perdió un hijo peleando por Estados Unidos en Irak. El público, por una vez, se lo cobró.
Es normal que después de las convenciones que nominan candidatos presidenciales, estos tengan un rebote favorable en las preferencias de los electores.
Lo tuvo Trump al ser nominado y lo ha tenido Hillary Clinton. Salvo que lo de Hillary no parece un rebote, sino un despegue a la estratósfera.
Los expertos recomiendan cautela con estas cifras, aún si parecen irremontables, recordando que, en la historia de Estados Unidos, el verdadero patrón de las tendencias electorales no se asienta, sino hasta septiembre.
Aún así, el despegue de Hillary se antoja sólido en todos los frentes. Uno de los sitios de mayor prestigio en la lectura estadística de las elecciones, fivethirtyeight.com, de la pluma y los cálculos de su inventor, Nate Silver, establece en estos días una probabilidad de triunfo para Clinton de 88.7% contra solo 11.3% de Trump.
Midiendo encuestas disponibles en estados claves, Silver anticipa también una ventaja de Hillary en votos electorales con 368 frente a 169. Quien gana primero 270 votos electorales gana la presidencia.
El margen de votos electorales ha crecido para Hillary porque ha crecido también su ventaja en el voto popular o directo.
Desde su nominación, Hillary ha ganado todas las encuestas de intención de voto directo por márgenes de hasta 15 puntos porcentuales, lo que le da un promedio general de 49.4% contra 40.9 % de Trump.
Todo puede pasar, ya que todo pasa, pero el camino de Hillary hacia el triunfo en noviembre parece abierto.
El dilema que Nate Silver se empeña en despejar no si Hillary ganará la presidencia, sino si la ganará por una avalancha histórica.
De un triunfo así podría esperarse un nuevo dibujo del espectro político estadounidense, con los republicanos obligados a reinventarse en un escenario de dominio demócrata que, a querer o no, correrá el centro político de ese país… hacia el centro.
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