Donald Trump comparte la aversión medios críticos, a los que trata de intimidar, y amenazar, mientras explora formas de control de los medios masivos, igual que Orbán, los que -contra lo que piensa- decepciona a a quienes votaron por él y calladamente van en la dirección contraria, buscando mantener el clima de libertad, respeto y normalidad, que lentamente desaparece de esta superpotencia
Por más que el presidente Donald Trump y republicanos quisieron aparentar con falsa indiferencia, minimizando inicialmente la aplastante victoria masiva demócrata, este martes 3, no lo lograron.
El pánico se apoderó de ellos, por el temor de que sea preludio de otra aplastante derrota en la elección intermedia, de 2026, que les arrebataría el control de las dos Cámaras del Congreso, precipitando el fin de la caótica presidencia de Trump, quien enfrentaría juicio político, truncando el avance del Proyecto 2025, calcado del exitoso plan que llevó al primer ministro Victor Orbán, a eternizarse 14 años en el poder absoluto de Hungría, sustituyendo la democracia.
El presidente dijo que los candidatos republicanos perdieron, porque “Trump no estaba en la boleta y a causa del cierre del gobierno.”
Con la mentalidad de que la próxima elección se trata de “si nosotros vamos a la cárcel o ellos van a prisión, republicanos como el agitador profesional y fanático de Trump, Steven Bannon, dijo a los conservadores que “teniendo a Dios como testigo, si pierden la elección de medio término y la elección presidencial de 2028, muchos de los presentes irán a la cárcel, incluyéndolo a él.”
Urgió a la adopción de estrategias inmediatas, advirtiendo que las victorias de candidatos demócratas a la gubernatura de los estados de Virginia y New Jersey, la alcaldía de Nueva York y la Proposición 50 de California y otras, “deben ser llamado de alerta al movimiento populista nacionalista del presidente Trump,” de que “esa gente es una amenaza que debe tomarse en serio.”
Dijo que “deben tomar la lucha en sus manos,” y demandó una estrategia maximalista urgente, “codificar” lo que Trump ha hecho mediante órdenes ejecutivas y de tomar control de las instituciones” porque, dijo, “de no hacerlo ahora, se perderá esta oportunidad para siempre, porque no habrá otro Trump”,
En unas horas le siguieron Mike Johnson, presidente de la Cámara Baja y otros legisladores, destacando que si los demócratas asumen el control del Congreso, llevarán a Juicio Politico al presidente y frenaran el acelerado desmantelamiento de la democracia, realizado por Trump.
Todos los republicanos saben, pero ocultan la razón de su derrota: incumplimiento de promesas de campaña, como el deterioro de la economía, saboteada por apresuradas tarifas -que en breve, la Suprema Corte de Justicia podría declarar improcedentes- y que ocasionaron una guerra comercial global, con pérdidas multimillonarias, fricción con aliados y socios comerciales y mayor amenaza de recesión, amén del recorte de impuestos a los multimillonarios, que son menos del 1% y el fin de alivio fiscal para el resto de contribuyentes.
Igual que la renuencia a difundir los archivos de Jeffrey Epstein, amigo y compañero de aventuras de Trump durante 15 años; los inusitados privilegios a Gishlaine Maxwell, novia de Epstein, luego que dejó ver que puede revelar más información comprometedora para el presidente y la primera dama, que el pederasta millonario presentó a Trump y a quien podría perdonar, lo que ha impulsado el inesperado avance de los demócratas, que podrían infringirles otra derrota en la elección intermedia,
Para escuchar consejos de cómo “evitar frenar el rápido avance demócrata y otra inminente derrota en las elecciones intermedias de 2026, invitaron a Victor Orbán, ídolo de los republicanos, de quien han copiado paso a paso el Manual de Budapest para desmontar la democracia y sustituirla por una autocracia, disfrazada de “democracia no liberal,” y a quien Trump se refiere como “un gran hombre, muy fuerte y un gran líder de Europa.”
Un extenso análisis sobre el paralelismo entre Orbán y Trump, o la “Orbanización de Estados Unidos,” como también es conocido el trabajo de Jeremy Shapiro, director de Investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, considera a Orbán “el líder populista más exitoso del mundo.”
Elegido primer ministro de Hungría de 1998 a 2002, Orbán perdió su intento de reelección, como Trump.
Igual que el actual presidente, forzado, aceptó su derrota, “denunciando fraude electoral” sembrando desconfianza en el sistema electoral.
Impulsado por una intensa campaña de falsedades, volvió al poder en 2010, con el 52.7% de la votación, con el lema de “La Nación Primero,” que los republicanos copiaron, con “America Primero” de Trump.
Controlando dos tercios del Parlamento, en 2011 Orbán aprobó la Ley Fundamental; una nueva Constitución, sin consultas previas con partidos de oposición o al público.
“Sólo necesitábamos ganar una vez, en grande,” ha dicho Orbán, lo que recuerda la campaña de Trump en 2024, pidiendo elegirlo “una sola vez, sin tener que votar después.”
La implementación de medidas y reformas, despidos masivos e instalación de incondicionales; redistribución de distritos electorales y reformas a leyes electorales, Orbán logró concentrar el poder, sometiendo las instituciones del Estado, eliminando todos los sistemas de control y vigilancia, de pesos y contrapesos, que tenían como misión detectar y sancionar el abuso de funcionarios en política, ética, religión o contra las minorías, como ha hecho el mandatario de Estados Unidos.
Debilitó la independencia del sistema Judicial y en 2010 reformó reglas de la Corte Constitucional, sometiéndolas a la votación de dos tercios de la mayoría parlamentaria, que controla su partido.
Incrementó el número de magistrados leales, de 11 a 15, con mandatos extendidos de 9 a 12 años, aboliendo el límite de su término y transfiriendo el control de la Corte Constitucional o Corte Suprema, al Parlamento, dominado por su partido y nombró aliados, amigos y familiares, para sustituir a 62 Jueces forzados al retiro y 274 destituidos.
Anuló la autoridad de la Corte, de revisar el presupuesto, a fin de implementar políticas económicas, sin interferencia ni supervisión judicial, como hizo Trump, rompiendo el proceso de aprobación constitucional del presupuesto en el Congreso.
El detallado análisis de Shapiro, revela una sorprendente similitud con las medidas adoptadas por la Casa Blanca, para garantizar la lealtad al presidente, removiendo interferencias, igual que Orbán y el control de las ramas Legislativa y Judicial, lo que podría cambiar en la elección de medio termino, el año próximo, con una victoria demócrata.
Justamente ahora, el juez Federal Mark Wolf, quien acaba de renunciar a su cargo, denunció que “Trump está desmantelando el Imperio de la Ley,” abusando de lo que se conoce como “expedientes oscuros”, proceso secreto para emitir decisiones con serias consecuencias, lo que, considera, “una amenaza para la democracia.”
Tras su renuncia, la Casa Blanca dijo que ‘jueces con agenda personal, no tienen cabida en la bancada y que cualquiera otro juez radical que quiera quejarse con los medios, debe tener la decencia de renunciar antes de hacerlo.”
Orbán ordeno, la redistribución de distritos a favor de su partido, igual que Trump y redujo el parlamento a 199 miembros, de los que 106 son de un solo mandato y 93 son decididos proporcionalmente, lo que aún no sucede en Estados Unidos.
Donald Trump comparte la aversión medios críticos, a los que trata de intimidar, y amenazar, mientras explora formas de control de los medios masivos, igual que Orbán, los que -contra lo que piensa- decepciona a a quienes votaron por él y calladamente van en la dirección contraria, buscando mantener el clima de libertad, respeto y normalidad, que lentamente desaparece de esta superpotencia.
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