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Han parecido como diez años, pero apenas son 50 días desde que el republicano Donald Trump asumió su segundo mandato. Y si así se perciben menos de dos meses, ¿qué esperar para los 1,410 días que le quedan como Presidente de Estados Unidos?

Dice Donald Trump que no ve el comportamiento de los mercados financieros, pero asegura que si algo anda mal es por culpa de sus adversarios. Los populistas siempre tendrán otros datos de la realidad.

Por lo pronto, los mercados bursátiles de Estados Unidos siguen instalados en sus peores resultados en años y todo tiene que ver con el ambiente impredecible que ha generado su propio Presidente.

Donald Trump presume supuestos anuncios de compañías industriales que le avisan que están en proceso de reshoring , de reinstalar sus fábricas, en Estados Unidos.

Pero son más las empresas comerciales que avisan al mercado que los precios de los productos que distribuyen podrían sufrir incrementos considerables a partir de la aplicación de aranceles.

Porque en todo esto hay un hecho, los titubeos de Trump para aplicar un día aranceles a sus socios comerciales para quitarlos al día siguiente y repetir el numerito un mes después genera incertidumbre entre los que quieren mantener operaciones offshore , pero también entre los que se han presionado para regresar.

La incertidumbre es enemiga de los planes empresariales, porque si algo necesitan los inversionistas es una visión de largo plazo y lo que menos esperaban los mercados estadounidenses era tener un gobierno con bandazos de país bananero.

Los cambios que ha provocado Trump en tan sólo 50 días no sólo alcanzan los frentes de guerra de Ucrania o Gaza, o su relación con los organismos internacionales, o sus vínculos comerciales con otros países.

Donald Trump ha traído una inesperada inestabilidad interna ante lo impredecible de sus políticas. Un país que entendía el largo plazo como las siguientes décadas ahora tiene como visión más amplia este miércoles, con la entrada en vigor de los aranceles del aluminio y el acero y el 2 de abril con los impuestos recíprocos.

Los que pueden ser prudentes, que no están bajo el juego del Presidente, tratan de serlo. Como Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, quien dijo la semana pasada que el banco central puede esperar a ver cuáles son los efectos de las agresivas políticas de Donald Trump antes de hacer algún otro movimiento en las tasas de interés.

La pregunta es hasta dónde el Presidente de Estados Unidos asumirá que muchos de sus planes pueden resultar contraproducentes para su propia economía, para su propia gente.

Sabemos, por experiencia propia, que los populistas megalómanos difícilmente hacen correcciones en sus conductas, porque saben cómo encantar a un sector de la población que les aplaude cualquier cosa, incluso sus peores barbaridades.

Por lo pronto, la economía de Estados Unidos apunta hacia el sur y aumentan las posibilidades de caer en el terreno negativo, después de un desempeño favorable y sostenido tras la pandemia.

Y la única reacción que encuentran los mercados estadounidenses en su Presidente es la negación, los otros datos, de decir que simplemente la economía más grande del mundo está en transición.