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Lo que no ha logrado la oposición que hace 10 meses destapó a Xóchitl Gálvez, lo consiguió Arturo Zaldívar en cuatro días: que la campaña de Claudia Sheinbaum pasara a segundo término frente a la suya contra la presidenta del Poder Judicial de la Federación.

Con él como principal activista, la denuncia en su contra y sus declaraciones ensombrecen hasta las conferencias mañaneras de López Obrador.

Del viernes al martes, ¿qué declaración o actividad de la candidata del oficialismo ha superado la atención que acapara Zaldívar?

Sorprende que ante las acusaciones en su contra y varios de sus operadores cuando presidió el PJF la doctora Sheinbaum no lo haya separado de su equipo para que no distraiga el interés público en su campaña ni la manche con su escandaloso caso.

Para que no quepa duda de su descarada intención política (ésta sí evidente, no la que atribuye a la ministra Piña), Zaldívar usa de alcahuete a Morena para convertir en “politiquería barata” (López Obrador dixit) el penoso asunto judicial que por lo visto no quiere enfrentar.

Lo patético de su caso es que, con rebuscadas y sofísticas maromas, fue él quien achacó a Piña el propósito de querer golpear a la 4T, a Sheinbaum y a López Obrador, tomándolo a él como cachiporra.

Su anuncio de impulsar un juicio de procedencia contra la ministra catapulta su problema con tal fuerza que, acomodándose en el centro de atención, opacó inclusive el exitoso encuentro que su candidata y jefa tuvo antier con el empresariado nacional que, sin bien fue cálido, le demandó certidumbre legal y trabajar por la unidad de los mexicanos y contra la inseguridad.

Pese a ser experimentado abogado, Zaldívar hace como que ignora lo que bien sabe: que en la actuación de Piña no aplican las causales de ley que justificarían el juicio político que demanda, a saber:

Ataque a las instituciones democráticas, a la forma de gobierno republicano, representativo, federal; violaciones a los derechos humanos; ataque a la libertad de sufragio, usurpación de atribuciones, cualquier infracción a la Constitución o a las leyes federales cuando cause perjuicios graves a la Federación, a uno o varios Estados o a la sociedad, o motive algún trastorno en el funcionamiento normal de las instituciones; omisiones de carácter grave (en los términos de la fracción anterior) y violaciones sistemáticas o graves a los planes, programas y presupuestos de la Administración Pública Federal o de Ciudad de México y a las leyes que determinan el manejo de los recursos económicos federales y de la capital del país.

¿Qué de todas esas puede imputársele a Piña?

Alcahueteado por el coordinador ¿con licencia? de la campaña de Sheinbaum, Zaldívar amenazó también con demandar a Piña ante la propia Suprema Corte, el Consejo de la Judicatura, la Fiscalía General de la República, el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.

“¡Uy, qué mello!”, cantaría Chico Che…