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El régimen ya dejó claro, en sus términos beisboleros, que esto es con lanzamientos duros y sin manopla. Su candidata advirtió que la base de su proyecto es eliminar la Corte y el INE para poner funcionarios electos por Morena; cambiar la Constitución y eliminar los organismos autónomos.

Así lo dijo: “Abrazo las reformas del presidente; serán la base de mi proyecto. Las presentaré el 1 de marzo en el Zócalo”. A ella nadie podrá decirle, como hoy reclaman 15 millones al presidente, que los engañó. Ella dice que, votar por ella, será votar por un México sin contrapesos.

Sin jugar con las palabras, promete que, votarla en julio próximo, será votar por un México como lo son hoy Venezuela y Nicaragua. Y les sopla a sus adversarios la retahíla de motes de les endilgó su jefe: fantoches, conservadores, hipócritas, doble cara, prensa fifí.

En cambio, la candidata opositora, aunque trae un segundo aire, todavía no menciona un nombre para referirse a sus adversarios. ¿Qué son éstos: “castrochavistas”, “populistas”, “nacionalpopulistas”, “comunistas”, “un clan”? Sin eso, su campaña política está inexorablemente coja.

Dicen algunos de sus allegados, que Xóchilt Gálvez no usa motes para referirse a sus adversarios, porque a la clase media le disgusta ese tipo de campaña política: que a la clase media le asusta la polarización. En eso, están equivocados, en parte, al menos. Hagamos cuentas:

–El techo de votos del actual presidente es de unos 15 millones, desde su primera campaña presidencial en 2006 hasta la reciente Revocación de Mandato, pasando por las elecci0nes de 2012 y las intermedias de 2021. Y proceden de las clases sociales más bajas.

–Pero en 2018 ganó la presidencia con 30 millones de votos. ¿De dónde salieron los 15 millones de votos nuevos, que se unieron a los 15 millones que trae de toda la vida? De clase media. Y su campaña fue polarizadora, llena de ofensas, de motes. Entonces a la clase media si le gusta eso.

Las elecciones de 2024 son en realidad un plebiscito sobre que quieren los mexicanos para los próximos 25 años:

–El plan de Morena: que el gobierno controle la Corte y órganos electorales integrantes designados a modo, sin organismos autónomos ni ONGs, una nueva Constitución, la existencia de sólo un grupo de empresarios afines al régimen y el Ejército en las calles y la gobernanza civil.

–El plan de la oposición: que el gobierno promueva equidad económica y promoción humana en el marco de una economía capitalista; comprometido con la democracia representativa, y la distribución del ingreso, según a cada quién según su capacidad, a cada quién según su trabajo.

Y tiene que ser al duro y sin manopla.