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El agua no es tanta como imaginamos. Es finita
Alejandro Jaramillo Moreno, integrante del Grupo de Hidroclimatología Tropical del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.

Fenómenos como urbanización, deforestación, extracción del agua subterránea y cambio climático, entre otros, perturban el ciclo hidrológico natural, lo que influye en la disponibilidad, distribución y calidad de este elemento, así como en el incremento del riesgo de inundaciones o sequías, alertó Alejandro Jaramillo Moreno, integrante del Grupo de Hidroclimatología Tropical del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.

Las acciones humanas, dijo, han generado impactos significativos en los equilibrios de agua y energía que sustentan dicho ciclo, el cual es fundamental para regular su disponibilidad en el planeta.

El agua superficial en las urbes cambió su ruta, al extraerla del subterráneo se contaminan los acuíferos y pueden adquirirse infecciones como Escherichia Coli, salmonella, schistosoma, incluso hepatitis A, lo que ocasiona que mediante ese proceso devolvamos agua de mala calidad e impacte además a otras especies.

Se han hallado, continuó, nutrientes agregados artificialmente o sustancias como el nitrógeno, aunado a que el calentamiento global genera mayor vapor de agua y precipitación en algunos casos.

“Ha habido impacto por la deforestación en el balance hídrico y se han ajustado algunas propiedades del suelo, la infiltración ha disminuido (por el asfalto o la impermeabilización) y el agua, al no poder adentrarse, causa anegaciones”, agregó.

Al participar en el seminario “Aprendiendo cómo los humanos modifican el ciclo hidrológico”, realizado en el auditorio “Julián Adem”, del ICAyCC, ante el director de dicho instituto, Jorge Zavala Hidalgo, el investigador añadió: El ciclo hidrológico es uno de los procesos geofísicos más complejos que existen, el cual no es completamente físico, sino que conlleva hechos biológicos.

“El agua no es tanta como imaginamos, es una cantidad finita: 96.5 por ciento está en los océanos, solo 2.5 por ciento es fresca (dulce), de ese porcentaje la mayor cantidad se encuentra en glaciares en capas de hielo, y otro porcentaje en aguas subterráneas, aunque no es tan importante el volumen sino la dinámica con la que se mueve entre estos distintos reservorios que existen en el sistema terrestre”, apuntó.

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Jaramillo Moreno indicó que una variable importante es la evaporación que puede surgir de diversas formas: las plantas realizan transpiración en sus procesos biológicos y participan activamente en este componente, por lo que en hidrología preferimos no usar el término evaporación sino el que engloba todo: evapotranspiración.

La precipitación es un factor que depende de la evapotranspiración. Se estima que el promedio de largo plazo de la escorrentía de los continentes al océano es de aproximadamente 40 mil kilómetros cúbicos anuales, y que las personas usan de cuatro mil a cinco mil por año. Como humanidad solo requerimos 10 por ciento del vital líquido que escurre. ¿Entonces cuál es la crisis?, preguntó y respondió: es de disponibilidad, accesibilidad y calidad, enfatizó Jaramillo Moreno.