Minuto a Minuto

Deportes “Si sigo o no en el Mallorca no depende de mí”: Javier Aguirre
Las declaraciones de Javier Aguirre se interpretan como una despedida del Mallorca
Nacional Buenos días a mis hijos en tiempos de elecciones o santificios
Veamos a nuestros hijos como posibles salvadores, no como víctimas de un sistema que los necesita obedientes hasta imbecilizarlos
Nacional Este lunes inicia la tercera onda de calor con temperaturas superiores a los 40ºC
El Servicio Meteorológico Nacional informó que este lunes iniciará en el país la tercera onda de calor de la temporada
Nacional Segob asegura que vallas en el Zócalo fueron colocadas por la ‘Marea Rosa’
La Segob aseguró que las vallas que separaron el plantón de la CNTE "fueron colocadas y contratadas por una empresa logística" a cargo de la 'Marea Rosa'
Nacional Continúa este domingo contingencia ambiental en el Valle de México
La CAMe informó que se mantendrá la Fase I de contingencia ambiental en el Valle de México, por la mala calidad del aire

Él no es más que el resultado del estallido de la demagogia y la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, demagogos, estúpidos o malvados, somos culpables de que llegara al poder.

Así escribió en su testamento político el periodista Miguel Ángel Quevedo, antes de suicidarse en el exilio en 1969: su tiro en la sien fue la muerte simbólica del periodismo libre, que permitió a Fidel Castro tomar el poder e instaurar una dictadura que perdura en Cuba.

Parece oportuno insistir en su historia, después de que Jenaro Villamil firmó el lunes, en La Habana, un acuerdo con la dictadura para capacitar periodistas y crear proyectos entre los medios oficiales de México y Cuba, donde sólo hay medios oficiales.

Quevedo fue director de la revista Bohemia, el principal medio de la Cuba democrática, donde el opositor Fidel Castro escribía, desde la cárcel, una columna semanal contra el mismo gobierno que lo había condenado a prisión por asaltar un cuartel.

Dice el testamento de Quevedo:

“Querrán presentarme como ‘el único culpable’ de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad; lo que sí niego es que fuera ‘el único culpable’. Culpables fuimos todos. Los periodistas que llenaban mi mesa de artículos demoledores contra todos los gobernantes, por sentirse halagados por la aprobación del pueblo.

No importa quién fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviese realizando. Había que atacarlos, y destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía sus cabezas en la plaza pública. El pueblo también fue culpable. El pueblo que compraba Bohemia, porque era vocero de ese pueblo.

Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, demagogos, estúpidos o malvados, somos culpables de que llegara al poder.

Fueron culpables los comentaristas de radio y televisión que lo colmaron de elogios. Fueron culpables los millonarios que lo llenaron de dinero para que derribara al régimen. Bohemia sólo era el eco de la calle”.

Viene a cuento la historia de Quevedo, porque el presidente de México tiene a Cuba de moda: dice que busca para México el sistema político de la isla, invita a su gobernante designado como único orador en las Fiestas Patrias, firma convenios de prensa…

¿Bohemia? Aún existe en Cuba. Hace poco recordó a Quevedo:

Nuestra primera edición salió a venta el 10 de mayo de 1908. Su fundador y propietario fue Miguel Ángel Quevedo. La prensa burguesa emprendió una lucha sin cuartel contra la revolución. Quevedo solo pudo resistir tales contradicciones hasta 1960, cuando se exiló.

Pero Quevedo no se exilió voluntariamente.

Fue obligado a irse, por el mismo a quien había abierto sus páginas generosamente.