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La devastación de Acapulco por Otis es una desgracia mexicana. Pero la ola climática que engendró a Otis es una pesadilla mundial que el planeta mal sueña cada día.

Quien quiera ver clips de la pesadilla, grandes y chicos, inusitados o sucedidos por primera vez, puede visitar @volcaholic1 y acceder a un mundo alucinante.

También puede leer el texto de Elizabeth Kolbert en The New Yorker: “Hurricane Otis and the World We Live in Now” (‘Otis y el mundo en que vivimos’).

Kolbert cita golpes climáticos recientes que todos recordamos pero que puestos juntos son nuevos, hechos de un nuevo humor de la Tierra.

Aquí una lista de 2024:

Olas de calor sin precedente en el sur de Europa y China.

Incendios apocalípticos en los bosques de Canadá, cuyas humaredas llegaron hasta la ciudad de Nueva York y la nublaron por días.

Inundaciones en Libia que desbordaron dos presas y mataron a miles de personas.

Sólo en Estados Unidos, hubo veintitrés desastres climáticos, con un costo promedio de mil millones de dólares cada uno.

Entre ellos, las lluvias que inundaron Montepelier, en Vermont, los devastadores incendios de Miami, y el huracán Idalia, que tocó Florida a fines de agosto.

En total, veintitrés latigazos en ocho meses con el costo dicho arriba de 23 mil millones de dólares.

Es un nuevo récord: el anterior era de 2020, con 22 desastres equivalentes.

No suenan exageradas las palabras del secretario de la ONU, António Guterres: “La quiebra climática ha empezado”.

Tampoco el título con el que, antes de Otis, un equipo internacional de científicos publicó un informe en Bioscience: “La vida en la Tierra está bajo sitio. Estamos en territorio desconocido”.

El futuro del cambio climático nos alcanzó.

Añaden los autores del informe en Bioscience:

“Cada vez más nos piden a los científicos decir en forma clara y simple qué crisis enfrentamos. La verdad es que estamos sacudidos por la ferocidad de los hechos climáticos extremos de 2023”.

Supongo que en 2024 estarán espeluznados.

La lección global para México es clara: los desastres naturales serán peores en adelante y el peor camino frente a eso es el que tomó este gobierno: desmontar lo que había.