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La semana pasada, China sorprendió a los mercados devaluando su moneda casi 5% frente al dólar, de 6.20 a 6.40 yuanes por dólar. A diferencia de la mayoría de las monedas de los países del G-20, la cotización del yuan sigue siendo principalmente determinada por la intervención gubernamental. Hasta 1970, la paridad del yuan estuvo fijada en 2.46 yuanes por dólar, pero durante la década de los 80, el yuan fue revaluado hasta alcanzar 1.50 por dólar.

Sin embargo, durante la segunda mitad de los 80 y la primera mitad de los 90, conforme China comenzó a abrir su economía, el yuan fue devaluado para estimular a su sector exportador y su paridad se ubicó en 8.27 yuanes por dólar entre 1997 y el 2005. A partir del 2005, el régimen cambiario se flexibilizó un poco, permitiendo que la paridad del yuan frente a una canasta de monedas, incluyendo el dólar, el euro y el yen japonés, entre otras, fluctuara diariamente dentro de una banda preestablecida de 0.5% con respecto al valor de referencia establecido por el Banco Popular Chino.

Durante este periodo, se permitió una apreciación gradual del yuan que llevó su cotización a 6.85 por dólar. Sin embargo, a mediados del 2008, en medio de la crisis financiera y después de una considerable apreciación, China decidió restablecer el mecanismo de paridad fija, manteniéndola al nivel de aproximadamente 6.85 hasta principios del 2010. A partir de esa fecha, el gobierno chino reimplementó el mecanismo semiflotante, permitiendo al yuan fluctuar dentro de una banda preestablecida.

El restablecimiento del mecanismo semiflotante y la debilidad del dólar a nivel global contribuyeron a que el yuan se apreciara de 6.85 a principios del 2010 hasta 6.04 yuanes por dólar en enero del 2014. Sin embargo, a partir de entonces, el yuan chino se había depreciado hasta 6.20 yuanes por dólar. Más allá de la magnitud de la depreciación y su impacto en los términos de intercambio a nivel internacional, la mayoría de los especialistas se pregunta cuáles son las verdaderas razones del gobierno chino detrás de esta medida.

El discurso oficial es que la reciente depreciación del yuan ha sido provocada por el gobierno chino en anticipación de una mayor liberación del mecanismo de flotación del yuan. En teoría, la liberalización del mecanismo de flotación del yuan era una de las medidas fundamentales que el nuevo liderazgo chino ha propuesto para contribuir a incrementar el poder de compra de los consumidores chinos y fomentar una mayor demanda doméstica de bienes y servicios de importación por parte de China. Sin embargo, esto suponía que el yuan mantendría una tendencia de apreciación como la observada durante el periodo 2010-2014.

En realidad, la decisión de depreciar el yuan parece más una decisión para estimular las exportaciones chinas. Vale la pena destacar que mientras las monedas de otros países exportadores que compiten directamente con China —como México y Japón— se han depreciado entre 25 y 30% frente al dólar en los últimos dos años, el yuan se había mantenido bastante estable frente al dólar.

Con una economía en desaceleración y una fuerte pérdida de competitividad de su sector exportador, China optó por entrar a lo que rápidamente se está convirtiendo en una guerra de divisas. Anteriormente la depreciación del yuan hacía más caras las importaciones de materias primas —petróleo, cobre, mineral de hierro, etcétera— necesarias para alimentar el crecimiento de China, pero la fuerte caída en el precio de estas materias primas podría hacer posible que China siga depreciando el yuan. No hay que olvidar que apenas en el 2010 la cotización estaba en 6.85.