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La semana pasada se publicaron las cifras de empleo de septiembre en Estados Unidos.

Dado que la Fed tienen un mandato dual para procurar el pleno empleo y la estabilidad de precios, el reporte es especialmente relevante para el rumbo de la política monetaria dado el contexto de presiones inflacionarias, alzas en tasas de interés y desaceleración de la actividad económica.

Sin embargo, el reporte arrojó señales mixtas. Por un lado, la creación de empleo en septiembre se desaceleró con respecto a los meses previos.

La economía creo 263,000 empleos, cifra ligeramente por debajo de la expectativa de 263,000 y también inferior al promedio de los primeros ocho meses del año de 439,000. Por otro lado, la tasa de desempleo bajó de 3.7% en agosto a 3.5% en septiembre.

La tasa de participación de la fuerza laboral, que es el resultado de dividir la suma de la población total empleada y la población activamente en búsqueda de empleo entre la población total, se mantuvo estable en 62.3 por ciento.

Esto implica que, a pesar de la desaceleración en la creación de puestos de trabajo, el mercado laboral sigue prácticamente en pleno empleo a pesar de los incrementos salariales que han venido ofreciendo las empresas.

El salario promedio por hora en septiembre subió 5% en términos anuales a 32.46 dólares por hora. Aunque el incremento en términos anuales se moderó de 5.2% en agosto a 5.0% en septiembre, los incrementos están muy por arriba del promedio anual pre pandemia de 2.3 por ciento.

Aunque las señales del reporte de empleo fueron mixtas, por un lado, mostrando desaceleración en el ritmo de creación de empleo y por otro lado dando pistas de un mercado laboral aún robusto, la reacción del mercado fue muy negativa.

El viernes de la semana pasada, después de la publicación del reporte, el S&P 500 cayó 2.8% mientras que el Nasdaq retrocedió 3.8 por ciento.

La interpretación del mercado fue que la situación de pleno empleo en el mercado laboral es una que puede seguir contribuyendo a que las presiones inflacionarias se vuelvan más permanentes.

A pesar de una disminución en el número de puestos disponibles sin llenar, las empresas han tenido que aumentar los salarios para atraer trabajadores. Estos incrementos en los salarios, a diferencia de los aumentos en los precios de la gasolina y los alimentos, no suelen tener marcha atrás.

La interpretación de los mercados es que la Fed tendrá que seguir elevando las tasas de interés para combatir la inflación y que la situación en el mercado laboral es suficientemente robusta para que el banco central no se la piense dos veces en actuar de manera decisiva.

Como hemos enfatizado en este espacio, una de las preocupaciones de la Fed es que la ecuación de oferta y demanda en el mercado laboral ha cambiado de manera estructural.

La tasa de participación en la fuerza laboral actual de 61.8% es inferior en casi un punto a la que se tenía previo a la pandemia.

Esto implica que a septiembre, hay casi 1.1 millones de trabajadores menos en la fuerza laboral que en enero del 2020. Aunque parte de esta disminución tuvo que ver con temas coyunturales relacionados a la pandemia, también hay una parte estructural que tiene que ver con el envejecimiento de la población y la reducción en la inmigración legal e ilegal.

Lo que más le preocupa a la Fed es que la parte estructural pese más que la coyuntural y que la escasez de trabajadores contribuya a que las presiones inflacionarias sean más resistentes y que la única manera de combatirla sea induciendo una recesión.