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No dejes que la verdad arruine una gran historia, exigía Randolph Hearst a sus periodistas. El magnate de medios que inspiró el personaje del Ciudadano Kane viene a cuento porque tenemos dos grandes historias en torno a un asunto que rebasa las explicaciones lógicas: el incremento enorme de las remesas que llegan a México.

Las remesas de mexicanos en Estados Unidos hacia México pasaron de 33,677 millones de dólares en 2018 a 51,594 millones en 2021. Es un crecimiento ligeramente superior al 50% en tres años que parece que no se detendrá en 2022. En los primeros cuatro meses del año registran un incremento de 17.5% respecto al año anterior.

México ya es el segundo mayor receptor de remesas del mundo, rebasamos a China y quedamos debajo de India, que registra 89,000 millones de dólares anuales, pero tiene una población 10 veces más grande. El promedio, por transferencia pasó de 308 dólares en 2018 a 390 dólares en 2022.

Necesitamos los relatos para darle sentido a unos números que se salen de la caja. Uno de ellos se construye a partir del mito de los migrantes como héroes que han hecho un esfuerzo extraordinario para ayudar a sus parientes y a México en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente. Incrementaron sus envíos de dinero, en medio de la emergencia sanitaria y a pesar de que ellos mismos estaban enfrentando un mercado laboral complicado. El desempleo de los mexicanos en Estados Unidos pasó de 5.1% a mediados de 2019 a 17.1% en mayo de 2020. La estaban pasando mal, pero se pusieron las pilas. No se olvidaron que, en sus lugares de origen, la gente la estaba pasando peor.

El otro relato no podría ser más opuesto a esta “historia de bronce”: el incremento de los montos registrados como remesas está relacionado con un cambio en la estrategia de lavado de dinero de los carteles de las drogas. Los operadores financieros de los grupos criminales han hecho ajustes para adaptarse a un nuevo entorno donde hay mayores controles en los bancos y en los pasos fronterizos. Ya no utilizan los maletines llenos de dinero ocultos en los vehículos. Ni tampoco pueden hacer transacciones en el sistema financiero sin encender las alarmas. Ahora se sirven de una estrategia de blanqueo hormiga, donde emplean a cientos de personas para hacen miles de operaciones que usan las remesas como fachada.

El primero que habló del posible vínculo del incremento de las remesas con el narco fue José de Jesús Lemus, un periodista de Los Angeles Times, en 2020. El reportaje de Lemus representa una fotografía del momento en el que empezó a despegar el monto de las remesas, durante el primer semestre de la pandemia. Se refiere a un informe de la DEA donde se calcula en 28,000 millones de dólares las ganancias anuales de los carteles mexicanos y se critica la raquítica cifra de decomisos. Lemus también entrevistó a un operador financiero de un cartel, al que no se identificó. Habla de una red que se puso en marcha desde 2017, donde participan muchísimas personas a las que se les paga una comisión que puede ser de 15 a 20% por hacer envíos de 300 a 1,000 dólares. La crónica incluye la estampa mexicana, donde hay filas de personas cobrando el dinero, para después entregarlo a un jefe de grupo que pertenece a las organizaciones criminales.

¿Dónde quedan los paisanos, no eran los héroes de esta película? El dar crédito a un relato donde los grupos criminales pueden estar detrás del incremento en las remesas no elimina la posibilidad de que haya un incremento de los envíos legales por parte de los migrantes. Son alrededor de 7 millones de trabajadores, que tenían una masa salarial de 282,000 millones de dólares en 2020, según Jesús Cervantes y Rodolfo Ostolaza del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA). Este monto se vio incrementado por los programas sociales del gobierno de Estados Unidos. Una parte de todo esto llegó a México.

El debate está abierto, entre otras cosas porque necesitamos relatos de héroes que nos muestren que la generosidad y el sacrificio por otros existen en este mundo y en estos tiempos. Al mismo tiempo, otra parte de nosotros no se da por vencida hasta encontrar la grieta que nos pone en contacto con el lado oscuro.

El año pasado, el Sol de México publicó un reportaje donde llama la atención el hecho de que los principales municipios receptores de remesas son “territorios” donde hay una fuerte presencia de los carteles: Tijuana, Guadalajara, Morelia, Ciudad Juárez y Culiacán son cinco de las seis ciudades más importantes en el mapa de las remesas. La otra es Puebla. Celso Mariño, en Milenio, puso en la mesa una cuestión muy interesante: cada hogar receptor de divisas habría recibido un poco mas de 30,000 dólares, si las cifras oficiales son correctas. Este monto deriva de una división simple. Fueron 51,594 millones de dólares de remesas en 2021. Hay 1.7 millones de hogares que reciben estos envíos, según las cuentas de Inegi y Banco de México. ¿Cómo conciliar esta cuenta con la realidad verificable? La verdad es que no existen 1.7 millones de hogares con ingresos anuales de 600,000 pesos, relacionados con remesas.

Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe. Lo escribió el genial Daniel Sada. Así estamos.