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Entre los muchos dichos del presidente López Obrador en su batalla contra el INE, hay uno particularmente fallido. Viendo que, si no hay recursos para una elección federal de a deveras, habrá sólo una elección bonsái, el Presidente dijo, de plano, que si no se podía una elección que se hicieran encuestas.

No es hacer encuestas lo que manda la ley, sino una cosa muy distinta: hacer una elección federal con 161 mil casillas y que el resultado sólo tenga consecuencias si acude a votar más del 40 por ciento del padrón, unos 37 millones de electores. (93 millones tiene el padrón)

Las encuestas nada tienen que ver con esto. Son frutos de un árbol distinto, trivial si se compara con el bosque de una elección de a deveras.

Para decirlo con palabras de un experto, Alejandro Moreno: “Las encuestas (en las que se entrevista a muestras de alrededor de mil ciudadanos) son complementos informativos, no sustitutos, de las elecciones y de las consultas (en las que se espera que voten millones).

Las encuestas usan muestras pequeñas para hacer inferencia estadística; las elecciones y las consultas son ejercicios masivos, incluyentes y definitorias en asuntos públicos, de gobierno y de representación política” (https://bit.ly/33W2slX).

Lo que habrá que comparar en la elección de revocación de mandato que viene, no son las encuestas, sino los votos. Los votos que reciba López Obrador en la revocación sólo pueden compararse realmente con los votos que recibió en otras elecciones.

Para igualar su votación de 2018 tendría que recibir al menos 30 millones de votos reales. Si las encuestas se tradujeran en votos, no tendría de qué preocuparse.

El 60 por ciento de aprobación que recibe el Presidente en las encuestas debería traducirse en un 60 por ciento de votación favorable en la revocación de mandato: unos 55 millones de votos. No parece que este vaya a ser el caso. Voto contra voto, la revocación de mandato será un desaguisado para el contendiente único del ejercicio.

Porque aprobación en encuestas no quiere decir votos en las urnas. La votación es un bosque, las encuestas unos árboles de diseño.