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Si la hacienda pública se maneja desde la presidencia, así la empresa petrolera se maneja desde la Secretaría de Hacienda.

Al menos eso deja ver, no tanto la inyección de 3,500 millones de dólares de recursos públicos en la llamada empresa productiva del Estado sino la determinación de cambiar el modelo de negocio que no anunció Pemex sino Hacienda.

Si el agrónomo que dirige la empresa petrolera estaba al tanto de que recibirían esta aportación, al menos debió ser un comunicado conjunto. Sobre todo, porque se adelantan cambios en su plan de negocios.

Es muy probable que haya sido notificado, pero el mensaje que queda es de facto que el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, es el responsable financiero de la petrolera. Tal como lo esperaba el mercado desde que fue nombrado el verano pasado.

Pemex tiene muchos problemas, pero el principal es financiero. Es la empresa petrolera más endeudada del mundo y estos 3,500 millones de dólares son apenas una cosquilla frente al pasivo de más de 110,000 millones de dólares que tiene Petróleos Mexicanos.

Pero es, al menos, un paso dentro del reducido margen ideológico que tiene la 4T para aligerar la carga de los vencimientos futuros. Es una aportación patrimonial que da una aspirina a Pemex para que patee los vencimientos que tiene entre el 2024 y el 2030 hacia el 2044 y hasta el 2060.

Y en aquello de cambiar el modelo de negocios de la empresa, habrá que ver hasta dónde hay margen. Porque algunas de las peores ocurrencias en torno a Pemex, como construir una refinería en los pantanos de Tabasco son ideas autocráticas de este gobierno.

Es evidente que, con tantas carencias, al gobierno federal no le deberían sobrar el equivalente a 74,000 millones de pesos, sobre todo cuando ya se ha desviado lo suficiente del gasto público para los programas asistencialistas y las obras faraónicas del Presidente.

Si ya dejaron a millones de mexicanos en el desamparo en plena crisis económica por el confinamiento de la pandemia, es de esperarse que esa misma obsesión con las finanzas públicas sanas se conserve en su proceso de rescate de Petróleos Mexicanos.

Porque de nada le serviría al gobierno echar carretadas de millones de dólares al barril sin fondo si con ello la deuda soberana puede arriesgar sus calificaciones crediticias y con ello su estabilidad futura.

Y cuando viene el recordatorio de que son dólares que canjearon con el Banco de México, tiene que surgir el grito unánime de defensa de la autonomía del banco central.

Porque una cosa es que la 4T se brinque los lineamientos empresariales de Pemex para asumir su control desde Palacio Nacional y otra es que quieran ver a las reservas internacionales del Banxico como la caja chica para sus propósitos de gasto y salvamento.

Podrán manejar Pemex desde Palacio, pero no hay manera de que le deba pasar lo mismo al Banco de México.

El agrónomo de Pemex claramente está para recibir instrucciones, pero la futura Junta de Gobierno, esa que quedará conformada en menos de un mes, no está para eso.

Elevada deuda
La que más debe

Es la empresa petrolera más endeudada del mundo y estos 3,500 millones de dólares son apenas una cosquilla frente al pasivo de más de 110,000 millones de dólares que tiene Pemex.

A pagar después

Es una aportación patrimonial que da una aspirina a Pemex para que patee los vencimientos que tiene entre 2024 y 2030 hacia el 2044 y hasta el 2060.

¿Cambios?

En aquello de cambiar el modelo de negocios de la empresa, habrá que ver hasta dónde hay margen.