Las encuestas de salida de las pasadas elecciones permiten aproximarnos a las razones del voto. Además de por quién se votó, en ellas se hacen preguntas sobre temas de la agenda pública y el perfil de los encuestados. Esta información permite identificar las variables con más influencia en la decisión de voto por cada partido. … Continued
Las encuestas de salida de las pasadas elecciones permiten aproximarnos a las razones del voto. Además de por quién se votó, en ellas se hacen preguntas sobre temas de la agenda pública y el perfil de los encuestados. Esta información permite identificar las variables con más influencia en la decisión de voto por cada partido.
La encuesta de salida de Consulta Mitofsky, realizada en paralelo a los conteos rápidos difundidos en Televisa, muestra que la elección federal fue esencialmente un plebiscito sobre la gestión del presidente Peña Nieto. Lo que sorprende de este resultado, lógico en una elección intermedia, es que las campañas de la oposición no se hayan centrado en el desempeño presidencial.
Si tomamos cada variable por separado y la cruzamos con el voto reportado encontramos, por ejemplo, que el voto del PAN tiende a ser más urbano y de personas con mayores ingresos. En el otro extremo, el del PRI es más rural y proviene de ciudadanos de menores ingresos. Por otra parte, en el ámbito de las percepciones encontramos, entre otras cosas, que los votantes de Morena tienden a pensar que el principal problema del país es la corrupción, en tanto los del PRD le dan más peso a la inseguridad.
Pero todas estas variables son eclipsadas por el nivel de acuerdo con el Presidente una vez que se valoran conjuntamente en un modelo estadístico. Al final de cuentas, lo que separa a los electores de cada partido son las diferencias en los niveles de aprobación presidencial. Estas diferencias diluyen el impacto de las demás variables: género, edad, escolaridad, ingreso, tipo de localidad e incluso las percepciones sobre los principales problemas del país.
Mientras mayor es el desacuerdo con el Presidente, mayor es la probabilidad de votar por un partido de oposición. Este ángulo es el que mayores oportunidades les ofrecía. Solo Morena parece haberlo entendido. El PRD no lo hizo y quizá eso explica en parte su mal resultado. El PAN estuvo enredado en muchos temas y únicamente al final de la campaña trató de convertir la elección en un plebiscito (“Oiga presidente…”). Llegó tarde y no pudo acortar su desventaja ante el PRI.
Todo esto es el pasado. En el futuro está la elección presidencial de 2018. Pero para entonces los determinantes del voto seguramente serán otros.