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¿Está de regreso la mexican piñata? Dos declaraciones de Donald Trump, en menos de 72 horas, son suficientes para justificar la pregunta. El ocupante de la Casa Blanca sabe que usar a México como costal de boxeo le fue muy rentable en el 2016. Intuye que el vecino del sur sigue teniendo poderes curativos para su vida política y empieza a practicar sus golpes modelo 2019. Ahora le pueden servir para desviar la atención sobre el proceso de impeachment, además de preparar el terreno para su campaña de reelección para el periodo 2020-2024.

Las dos declaraciones del presidente tocan órganos vitales de la relación bilateral. El T-MEC está muerto, por culpa de los demócratas, dijo Donald Trump el domingo. Ayer subió la temperatura al horno cuando dijo, en una entrevista de radio: “Los cárteles mexicanos serán designados como terroristas (…) he estado trabajando en eso durante los últimos 90 días”.

La opinión de Trump sobre el T-MEC cayó como un balde de agua fría, pero no fue nada comparada con la advertencia de que podría haber una nueva forma de clasificar a los grupos criminales mexicanos. El problema para México, en el corto plazo, es que complica aún más la aprobación del acuerdo comercial en el Congreso estadounidense en el 2019. En una perspectiva más amplia, amenaza con poner la relación bilateral en nuevos mínimos.

México necesita la aprobación del T-MEC para completar una narrativa de reactivación económica de cara al 2020. Un sí del Capitolio al acuerdo podría servir para empezar a sembrar la idea de que el próximo año será diferente al 2019. Daría un empujoncito a nuevas inversiones proyectadas para servir la región de América del Norte. Serviría para alejar el fantasma de otro año de crecimiento cero o milimétrico. Sería un complemento ideal al programa de inversiones en infraestructura que ha anunciado el sector privado.

Si no se aprueba el T-MEC, nos queda el TLCAN, dicen los optimistas. Hasta ahora, el acuerdo firmado hace 26 años ha sido suficiente para dar certidumbre a la relación comercial trilateral. ¿Es suficiente con el NAFTA? Con Donald Trump no se sabe. Es tan fácil de predecir como la trayectoria de un huracán y su impacto. Además, estamos en periodo electoral y en un contexto en el que está arrinconado por la investigación del impeachment.

El presidente sabe que atacar a México le puede ofrecer alta rentabilidad frente a su base electoral. Puede optar por clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, denunciar el acuerdo comercial y dar un paso más en la construcción del muro. No pierdan de vista que ya designó a su yerno como encargado de The Wall. Es el mismo que recibió una condecoración del gobierno mexicano.

¿Sacará Trump del garaje la piñata mexicana? Pueden apostar que lo hará. Quizá no se atreva a romperla por el alto riesgo que implica. México es el mayor socio comercial y un aliado imprescindible en caso de que el conflicto con China siga escalando. Quizá sí se atreva, porque le gustan las emociones fuertes; porque es partidario del proteccionismo, más que del libre comercio y, tres, porque no le cae bien México. Así de simple.