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Cuando en esta columna que ustedes –supongo- leen abordo varios temas, utilizo el título que –conjeturo- ya leyeron. Con ello aviso del carácter misceláneo que tendrá este día mi escrito. Ya será responsabilidad de ustedes proseguir –suplico- con su lectura.

El primer asunto a considerar es la creación, por parte del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, de un conjuro con el que las mexicanas y los mexicanos lograremos apartar de nosotros el mal o para que, mediante su invocación, una fuerza sobrenatural intervenga a nuestro favor ante el peligro. Dicho conjuro se sintetiza en dos vocablos: “Fuchi, guácala”.

Así que ya lo saben si se acerca un asaltante con malas intenciones usted nada más diga las dos palabras: Fuchi, guácala. Procure decirlas con el mayor volumen posible para que al escucharlas alguna persona que tenga buena voluntad, mucha valentía y, de preferencia, algún arma, acuda en su auxilio. Si el ruego no llegara a funcionar, siempre queda el recurso, también sugerido por el señor presidente, de apelar a la señora madre del ladrón: “Por fa señor no me asalte qué va a pensar su mamacita de usted”. En lo personal la segunda acción sugerida me parece ineficaz sobre todo porque, salvo honrosas excepciones, los ladrones no tienen madre.

Mireles

¿Qué pensará –si aún vive o, qué pensaría si viviera- la mamá del doctor José Manuel Mireles, antiguo autodefensa y actualmente delegado del ISSSTE en Michoacán, al enterarse que su hijo llamó pirujas a las novias, amantes o parejas de los derechohabientes de la institución de la que es encargado en esa entidad federativa? El asombro de la señora aumentaría al saber que, pocos días después, tras pedir disculpas por los comentarios que hizo de manera indebida, el médico contó de la amenaza que le hiciera un líder sindical si no le daba un empleo de base para una “nalguita”. “Son palabras de él –dijo en su defensa- yo las llamo de otra cosa, a lo mejor más feo, pero esas no son palabras mías”. (No comments).

Bartlett

Un reportaje de Arelí Quintero, transmitido por Carlos Loret de Mola en su noticiero “Así las cosas” de W radio, puso en entredicho la calidad ética del Director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett Díaz, quien en su declaración patrimonial, que hiciera pública en enero del año que está corriendo y gritando: “Fuchi, guácala”, manifestó poseer una fortuna de 51 millones de pesos e ingresos anuales por 11 millones, pero que, según el documentado reportaje, el ex secretario general del PRI; ex secretario de Gobernación; ex secretario de Educación Pública; ex gobernador del Estado de Puebla y ex senador de la República, tiene a través de familiares, empresas y presuntos prestanombres, un patrimonio calculado en 800 millones de pesos.

Bartlett Díaz declaró, al asumir su cargo en la CFE, ser dueño de dos edificios y tres locales comerciales, propiedades que son congruentes con los 51 millones de pesos y los 11 millones de ingreso anual informados. También suena lógico haber realizado la compra de lo declarado con los sueldos devengados en su larga carrera de servicio público (¿?). Pero la excelente reportera Arelí Quintero, descubrió que a partir del 2001 cuando el poblano se convirtió al lopezobradorismo que lo hizo senador por el Partido del Trabajo (PT), su pareja, Julia Elena Abdala Lemus y los hijos de ambos concebidos en matrimonios anteriores, se dedicaron a adquirir inmuebles: casas y departamentos en las zonas de lujo de la ciudad: Polanco, Reforma, Tecamachalco, la colonia Roma y, sobre todo, las Lomas de Chapultepec, donde son dueños de 11 propiedades en un radio de dos kilómetros.

La revelación de la periodista y el espacio que Loret de Mola le dio en su noticiero, provocó que la senadora del Partido Acción Nacional (PAN), Xóchitl Gálvez, presentara una demanda en contra del funcionario ante la Fiscalía General de la República (FGR) por enriquecimiento ilícito y una denuncia de hechos ante la Secretaría de la Función Pública por falsear su declaración patrimonial.

Como estamos en la Cuarta T, puede suceder que las posibles fechorías de Manuel Bartlett Díaz, conspicuo miembro de la izquierda gobernante, caigan en el terreno del punto final, del perdón y el olvido decretados por Andrés Manuel López Obrador, cuando lo nombraron presidente electo. (Si así fuera, ¿qué dirían, si vivieran, las mamacitas de ambos?).

SACIAMORBOS particular: ¿Quién era secretario de Gobernación cuando el ex gobernador de Yucatán y periodista Carlos Loret de Mola Mediz Bolio murió en extrañas circunstancias entre el 5 y el 7 de febrero de 1986 en una carretera del estado de Guerrero?

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