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Una de las tragedias paradójicas de los países del Triángulo Norte de Centroamérica, El Salvador, Honduras y Guatemala, es que la abundancia de las remesas que reciben del exterior no se refleja en una mejoría de los niveles de vida, en inversiones productivas que generen empleos ni, por tanto, en una reducción de la pobreza y de la migración.

Los generosos flujos de dólares alientan un ciclo de importaciones y consumo de baja calidad, circuitos financieros de captura de comisiones y redes criminales de extorsión a las familias que reciben dólares de sus familiares en Estados Unidos.

En las últimas tres décadas, los países del Triángulo Norte han recibido la descomunal cantidad de 180 mil millones de dólares en remesas. El Salvador, 60 mil millones; Honduras, a partir de 2007, 40 mil millones y Guatemala, en ese mismo periodo, 60 mil millones. Sólo en 2018, los tres países recibieron casi 20 mil millones en remesas.

Lo dólares llegan fundamentalmente a familias pobres, pero no es el bienestar de esas familias lo que ha crecido con ese flujo de dinero, sino los homicidios, la violencia y la emigración, ahora ya no sólo por urgencias económicas sino por miedo a perder la vida o tenerla en manos de criminales extorsionadores.

“Es paradójico”, escribe Joaquín Villalobos en su ensayo citado ayer aquí, “pero en la realidad a más dinero ha correspondido más desastre social”. Y con un efecto doblemente perverso: los circuitos financieros que capturan el porcentaje mayor de las divisas ha permitido la formación de grupos económicos que no invierten en sus países sino en el exterior (“Los muros del Triángulo Norte”, https://www.nexos.com.mx/?p=43589).

En estas condiciones, la idea de una especie de “Plan Marshall” para desatar el crecimiento de la zona se antoja ilusoria o trivial.

Daría más en el clavo de las necesidades estratégicas de esos países una colaboración internacional en el fortalecimiento de las capacidades de sus respectivos gobiernos para recuperar el control territorial que por lo pronto tienen perdido a manos de feroces y ubicuas bandas criminales.

Mañana, algo sobre el binomio centroamericano de migración y crimen.