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Un roble de 1851 y un bosque diminuto: 100 años de bonsáis del Jardín Botánico de Brooklyn
Fotografía de bonsáis durante una exhibición este jueves, en el Jardín Botánico de Brooklyn, Nueva York (Estados Unidos). EFE/ Andrea Gallego

El Jardín Botánico de Brooklyn (BBG) celebra a partir de este sábado el centenario de su colección de bonsáis -una de las más antiguas y grandes fuera de Japón- con una exhibición de una variada colección de árboles diminutos, que va desde un roble de 1851 a un bosque en miniatura.

El objetivo del museo es que los visitantes vean estos ejemplares cambiar con las estaciones -la exposición estará hasta el 19 de octubre– y observen cómo -pese al pequeño tamaño de sus troncos, ramas, raíces y hojas- sus frutos y flores mantienen el tamaño estándar de un árbol normal.

En tanto, ahora se puede ver las flores blancas de un jazmín bonsái y cómo van creciendo las bellotas en un roble daimio​ diminuto que fue plantado en 1851 y que llegó a EE. UU. en 1925, tras ser donado en por el paisajista Ernest F. Coe.

“Durante el verano, muchos de los árboles darán frutas. Tenemos diferentes tipos de frutos: cítricos, fresas, piñas”, explica David Castro, jardinero de bonsáis.

Castro indica que una de las estaciones más bonitas es el otoño, cuando las hojas de los diminutos árboles cambian de color, como es el caso de un arce japonés, que en unos meses pasará del verde al rojo intenso.

Para resaltar a los bonsáis se usan “acentos”, como el musgo en la base del árbol. “Es como cuando una mujer se pone un broche rojo para decorar un vestido negro”, detalla el experto.

Los bonsáis, que suelen tener formas triangulares, también se convierten en esculturas cuando abrazan piedras o rocas, algo que se consigue con el meticuloso trabajo de los jardineros que consiguen hacer que las raíces estrechen la roca hasta el punto que la piedra se mimetice con el tronco del árbol.

El trabajo de Castro es podar -a veces con sus propias manos- constantemente los 400 ejemplares que tiene el BBG en su recámara y muchas veces usa alambre para moldear los árboles. “Funciona del mismo modo que un aparato en una dentadura”, explica.

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AME5588. NUEVA YORK (ESTADOS UNIDOS), 12/06/2025.- Fotografía de bonsáis durante una exhibición este jueves, en el Jardín Botánico de Brooklyn, Nueva York (Estados Unidos). El Jardín Botánico de Brooklyn (BBG) celebra a partir de este sábado el centenario de su colección de bonsáis, una de las más antiguas y grandes fuera de Japón, con una exhibición de una variada colección de árboles diminutos, que va desde un roble de 1851 a un bosque en miniatura. EFE/ Andrea Gallego

Un diminuto bosque con bonsáis

La mayoría de los bonsáis que se exhiben están en un invernadero, pero para los 100 años de esta colección, que empezó con la donación de 16 ejemplares -de los cuales sobreviven tres- por parte de Coe, el BBG ha sacado varios ejemplares a sus jardines.

De este modo, los visitantes pueden ver el mismo árbol en su tamaño natural y en miniatura, ya que casi cualquier árbol puede convertirse en bonsái (que en japonés significa: plantado en una bandeja) con una meticulosa poda.

Uno de los ejemplares que llama más la atención es una secuoya del amanecer que simula un diminuto bosque, esto se consigue porque en realidad el bonsái está tumbado y lo que sobresale de la tierra en vertical son sus ramas.

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Castro detalla que el hábitat natural de un bonsái es en el exterior, ya que se trata de árboles, y que el hecho de que mucha gente no sea capaz de hacer que sobrevivan en casa es porque los tiene en el interior.

La conexión del BBG con Japón empezó en 1915, cuando se instaló en Brooklyn un jardín japonés de colinas y estanques con: puentes de madera, faroles de piedra, un santuario sintoísta y un torii (una puerta japonesa tradicional) de madera de color rojo vibrante.

No obstante, Kate Fermoile, la directora de interpretación y exposiciones, cuenta que durante y después de la Segunda Guerra Mundial –cuando EE. UU. Y Japón eran enemigos en el campo de batalla- el BBG tuvo que cerrar al público esta parte del museo para protegerlo del vandalismo.

“Esa fue una de las razones por las que contrataron (en 1947) a Frank Okamura (el primer curador de bonsáis de BBG) para revitalizar y cuidar el jardín japonés”, desgrana Fermoile.

Okamura es uno de los personajes principales de un manga creado por la artista Misako Rocks para celebrar el centenario, pieza que también se exhibe en el BBG.

Con información de EFE.