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Soledad
Soledad. Foto de me gustan las leyendas / over/ blog.

Hay solita Soledad
Soledad del horizonte
Ando en busca de mi perro
que se me fue para el monte

Con un trozo de carbón, en los húmedos y oscuros muros de su celda, dibujó un barco con grandes y blancas velas desplegadas al viento. El día del juicio al llegar por ella, los guardias sólo pudieron encontrar un olor a azufre y en la pared algunos suaves trazos. Un carcelero yacía en el piso con la mirada vacía, habiendo perdido la razón.

En la Villa de la Córdoba de los Caballeros, se armó el revuelo, se escuchaba entre voces en los mercados su desaparición, el miedo se apoderó de quien la había la había acusado, colocando ajos, sal y rociando con agua bendita en los quicios de las puertas de su casas, para no dejar entrar a los espíritus chocarreros, ni a la venganza con su forma de guadaña.

Soledad - soledad
Soledad. Foto Especial.

La presencia de esta mujer enigmática dejó una impronta sobre las calles empedradas. Hoy a más de cuatrocientos años, se siguen cantando melodías que susurran su nombre y se ha vuelto una atracción turística para quien visita la cárcel de San Juan de Ulúa.

Fue una mujer hermosa, que cautivó a los hombres con la suavidad de su piel tostada y sus curvas arrebatadoras. El embrujo de sonrisa con todos sus dientes blancos, bañaban de celos a las mujeres de su época. Ser independiente y vivir sola, era un insulto a las buenas costumbres y al decoro que debía tener una mujer.

La llamaban la mulata de Córdoba, el tiempo corría sobre el suelo mexicano con la fecha de 1618.

Se ganaba la vida haciendo pocimas y curando espantos, entendía del mundo de los muertos y se podía comunicar ahí donde los que tenían pendientes, no podían pasar hacia el otro lado. Docta en las artes de la medicina. Corría el rumor de sus conjuros y su nombre llegó a sonar con fuerza cuando las tormentas azotaban las costas. decían que predecía eclipses y temblores; las pestes y a las enfermedades mortales las curaba sólo con hierbas y palabras en una lengua extraña.

Más de uno afirmaba que la mulata tenía pacto con el diablo; que tenía poderes mágicos y que podía estar en dos lugares al mismo tiempo.

Sin darle mucha importancia a las habladurías Soledad continuaba con su rutina, comenzando con la misa diaria a las 7:00 de la mañana, confesión y de ahí a su casa donde recibía a la clientela.

Un día apareció en su puerta después de una larga jornada, Don Martin el alcalde. La había visto en misa muchas veces y la seguía de lejos cultivando una pasión que lo desbordaba, así pidió su mano incluyendo palabras que cohercinaban, “Soledad yo se de su mala fama y si acepta mi propuesta, yo veré que todos se traguen la lengua.” A la negativa, herido y ofendido espeto las palabras sobre su venganza. “Ninguna mulata que ha hecho pactos con el diablo, pisará la misma tierra por la que camino.”

Al día siguiente salió temprano a hacer las denuncias que creyó conveniente y así hizo cuenta de ella La Santa Inquisición, enviándola al presidio de San Juan de Ulúa, acusada de brujería.

En la celda los carceleros se turnaban sin problema para cuidarla mientras esperaba la sentencia de ser quemada en leña verde, pues los cautivaba tanto su hermosura, como la embarcación que había pintado con el pedazo de carbón. Una noche, la mulata le pidió al carcelero que iluminara la pared;

“Que le falta” le preguntó ella.

“Nada le falta es hermoso, bueno enrealidad si solo una cosa le falta andar.”

“¡Pues entonces miralo andar!”

En un segundo, Soledad se encontraba dentro de los trazos de carbón que componían el dibujo con una expresión serena y al ritmo del oleaje el barco desapareció en el mar de carboncillo y piedra.

Por DZ

Claudia Gómez

Twitter: @claudia56044195