Especialistas aseguran que la prohibición es una mala idea porque no contempla el ciclo completo de las sustancias sintéticas
Prohibir el uso de plásticos, como el de los popotes o las bolsas, no es una solución verdadera a los problemas del medio ambiente en el mundo, opina Luis Manuel Guerra, uno de los pioneros en difusión de temas de ecología en México.
“Prohibir los plásticos es una tontería, porque sin ellos prácticamente no existiríamos debido a que son una parte esencial del desarrollo humano y un avance en la civilización muy importante”, explica el químico Guerra, quien ha trabajado en diversos medios de comunicación desde hace varias décadas difundiendo temas de medio ambiente.
El experto apunta que tendencias como el rechazo generalizado al uso de los popotes es la respuesta a un evento mediático que forma parte de una moda enfocada a consumir más productos naturales, además de una extensa difusión que se le ha dado en diferentes espacios al problema de la presencia de plásticos en los océanos.
Guerra dice que imágenes ya icónicas, como la de una tortuga con un popote incrustado en su nariz y que se han vuelto virales impactan en el público (especialmente al más joven), instituciones y gobiernos.
“Pero, en realidad, es una primera respuesta lógica para sociedades poco informadas y poco participativas”, sentencia.
“La prohibición de los popotes o de las bolsas de plástico es una mala idea desde el punto de vista de sustentabilidad porque no se está contemplando el ciclo completo de las sustancias sintéticas, sin las cuales no tendríamos la vida que tenemos actualmente”, apunta.
“Es como decir que, como se cayó un avión, vamos a prohibir los aviones”.
Llama a usar nuevas tecnologías
Guerra aclara que el problema no es la existencia del plástico, sino el manejo que se hace de éste.
“Prohibir los plásticos es una ‘burrada’, porque lo que realmente hay que hacer es incorporar las nuevas tecnologías en ellos, como los avances importantes que ha habido en la disposición final de las películas sintéticas de tal manera que sean oxobiodegradables”, explica.
Básicamente, los plásticos oxobiodegradables se dividen en sus componentes básicos de tal manera que las bacterias pueden deshacerlos y su tiempo de vida es muy corto.
“La maravilla de esta tecnología es que se puede programar la degradabilidad de un producto dependiendo de su vida útil. Por ejemplo, un popote tiene una vida útil de 20 minutos, pero desde que se produce, se manda al usuario y un cliente lo utiliza en un restaurante, pasarán unos tres meses, entonces se programa su oxobiodegradabilidad para que dure seis meses y así ese popote jamás va a llegar al océano y nos quitamos de ese problema”, describe.
El químico Guerra asegura que ya existe toda la experiencia y el bagaje científico que demuestra que los plásticos oxobiodegradables son completamente inocuos y se incorporan perfectamente al medio ambiente, además de que ya se usan en algunos países.
“Así que no ayuda la prohibición, sino que ayuda más incentivar que las empresas productoras incorporen este tipo de aditivos a los plásticos que los hacen biodegradables”, reitera.
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