Entre los objetos expuestos, los hay utilitarios, como las herramientas y artefactos para interactuar con la naturaleza o para la caza, pero también espirituales, que apelan a la benevolencia del Sena como divinidad
Hasta 150 piezas encontradas en el lecho o las orillas del Sena que representan la interacción entre el ser humano y el río son el instrumento para que el público pueda redescubrir siglos de historia de la capital francesa en una exposición que abre sus puertas este miércoles.
“Hay más objetos de la época medieval y moderna porque se han conservado mejor”, explica la comisaria de la exposición ‘Dans la Seine‘ (en el Sena), Sylvie Robin.
No obstante, Robin puntualiza que los procedentes de excavaciones arqueológicas, prehistóricas o antiguas son “menos numerosos en cantidad”, pero “muy importantes en calidad“, ya que aportan información sobre periodos mucho menos conocidos.
Entre los objetos expuestos, los hay utilitarios, como las herramientas y artefactos para interactuar con la naturaleza o para la caza, pero también espirituales, que apelan a la benevolencia del Sena como divinidad.
De la época medieval y moderna predominan armas, exvotos y basuras, aunque hoy todavía es frecuente toparse con hallazgos fortuitos como restos de obras arquitectónicas.
Una cabeza de estatua encontrada por la policía
Uno de los hallazgos más recientes es una cabeza de estatua de mármol encontrada por la brigada fluvial de la policía, y que Robin como arqueóloga considera “conmovedora”.
Todos ellos son testigos de la historia del Sena, de sus primeros asentamientos humanos, de las sucesivas poblaciones y de los modos de vida.
En orden cronológico, la exposición organizada en la cripta arqueológica de París, delante de la catedral Notre Dame, comienza con las pruebas de asentamientos humanos en las orillas del río en la prehistoria.
Prosigue con la Antigüedad, (el río fue acondicionado por primera vez por los romanos) con seis vestigios de esa época.
Entre ellos destacan la primera fortificación de Lutetia -nombre antiguo de París-, datada del siglo IV, el puerto del que sólo queda un muro del muelle inferior y que fue construido tras la colonización por los romanos y las antiguas termas.
En esa parte de la exposición también se hace un recorrido por toda la cuenca del río, desde su nacimiento en la región de Borgoña a una antigua pesquería en el departamento de Aube y yacimiento paleolítico en Clichy-la Garenne, a pocos kilómetros de París.
Una segunda parte, más interactiva, busca cautivar a los visitantes con pantallas e interfaces audiovisuales.
Se sirve asimismo de la visión contemporánea de artistas como Yan Tomaszewski, autor de una escultura que ha estado sumergida en el interior del Sena para que el río contribuya con su acción de descomposición de sus materiales.
Los francolibaneses Joana Hadjithomas y Khalil Joreige, para mostrar su interés por “el subsuelo de las ciudades”, tras haber trabajado en Atenas, Beirut y París, han decidido para la creación que presentan recuperar elementos de perforaciones hechos con ocasión de las obras en Notre Dame y en el yacimiento de la cripta.
El resultado, colgado del techo en una resina experimental, se sostiene verticalmente, “como si atravesáramos el tiempo y la historia”, según Hadjithomas.
“Hay algo mágico en pensar que voy a volver a ver lo que hay bajo mis pies, y voy a mostrarlo y compartirlo”, detalla la artista.
La posibilidad de explicar los métodos científicos utilizados para interpretar y datar los restos y piezas arqueológicas del río que da forma a París se planteó hace tan solo una década.
En ese momento, se le presentaron a la comisaria de la exposición dos piezas, el mascarón del Pont Neuf y una nasa de pesca, que captaron su atención.
Fue en 2020 es cuando finalmente tomó forma la exposición “variada, fácil de entender y, al mismo tiempo, con base científica”, subraya Robin. Eso permite ahora un examen del pasado de la ciudad desde una perspectiva fluvial.
Con información de EFE