La estructura social y política de Tenochtitlán proporcionaba un cierto grado de estabilidad, que contrasta con los problemas actuales relacionados con el crimen organizado y la desconfianza institucional en México
Siempre he sentido curiosidad por saber y tratar de entender cómo llegamos hasta el día de hoy. Sapiens: de animales a dioses, de Yuval Noah Harari, ofrece un análisis profundo sobre cómo el Homo sapiens llegó a dominar el mundo, su evolución y las transformaciones que han marcado nuestra historia, y aunque teje con mucha claridad un hilado que nos trae hasta el día de hoy, a mí se me siguen abarrotando muchas preguntas, que van encaminadas a saber cómo se fueron amalgamando nuestras creencias, las normas, reglas, leyes y tradiciones que han acompañado nuestro existir.
La Navidad es una festividad llena de una riqueza multicultural de distintas partes del mundo, fusionadas en luces, árboles decorados, nacimientos, posadas, el San Nicolas, Santa Claus, los duendes, renos, pavo, bacalao, fuegos artificiales, petardos y miles de cosas que compramos que muchas no sirven para nada.
En el México prehispánico estas fechas también estaban llenas de festividades que acompañan el solsticio de invierno y que ya no se recuerdan, o se han ido difuminando en el tiempo, hasta entrar, casi por completo, en los anales del olvido.
De pronto, en el segundo piso de un centro comercial, frente a un árbol de navidad que mide unos 20 metros, decorado con cientos de luces y esferas enormes, me aparece una idea, imagino que se va materializando un Mexica que ha cruzado el tiempo, y que ha recorrido unos 700 años para entrar en esta época, y posarse junto a mi. De inmediato surge la pregunta: ¿Cómo sería nuestro encuentro? Esta vez no quiero que nadie más lo vea, entonces el vestuario no será un problema, salvo que tendría que ponerle encima alguna piel de venado, para mitigar el frío que se cuela por la entrada de los 120,000 metros cuadrados de superficie, que albergan las más de 280 tiendas que hay en el lugar. Puedo imaginar su cara de asombro mientras está rodeado de un mar de luces, para él sería como si el cielo nocturno hubiera descendido a la tierra, llenando todo de un resplandor cegador. Lleno de personas, la música navideña de esa que importamos del norte colma nuestros oídos, y aunque la que él escuchaba era diferente, llena de tambores y flautas, el ritmo alegre y festivo le hacen mover un pie.
Lo primero que me dice, es cómo se sorprende, al ver cómo las personas se reúnen alrededor de un árbol dorado, adornado con objetos brillantes y colores vivos, sonriendo a una caja con un hombre gordo, de pelo blanco que le cubre la cara. “Esa caja toma imágenes que después uno guarda y que uno puede ver cada vez quiera” No sé si entendió, pero de pronto recuerda el bosque sagrado de Chapultepec, con sus enormes ahuehuetes, y me pregunta si este árbol inmenso lo trajimos de ahí, que no reconoce su especie y que le parece muy extraño. Me cuesta trabajo decirle que este no es un árbol de verdad, que es de plástico, y que las luces que parecen estrellas son producidas por terminales hechas por los hombres que generan luz. Pone cara de que no entiende nada, y es que en verdad no lo culpo.
Lo he hecho venir para que me cuente cómo se festejaba en su tiempo esta época, si queda algo de lo que él pueda reconocer. Le cuento que en esta época la comida es abundante y variada, con aromas que recuerdan a los mercados de Tenochtitlán y a los platillos como los romeritos o “quilitl”, (significahierba comestible en náhuatl). No le menciono que la variedad de quelites que han sido utilizadas en la cocina mexicana desde épocas prehispánicas, están en peligro de extinción, y que, aunque seguimos preparándolos, ahora están acompañados de nuevos sabores y texturas que seguro, nunca ha probado. ¿Será que la alegría que con mucho esfuerzo adorna el lugar de pronto lo sorprende? En este espacio, las personas corren con bolsas llenas de regalos, donde quizá con ello se fortalecen los lazos familiares y de amistad, algo que según me dice, también valoraban en sus celebraciones. Me da vergüenza mencionar que no todos pueden disfrutar de estas fechas, no se como explicarle que ya no alcanza con lo que la gente gana, si es que se tiene empleo, aunque se que en su época había retos enormes con respecto a esto.
Lo que sí le cuento es que vivimos en un país violento, y de desigualdades brutales que arrastramos desde la conquista. “¿Cuál?” me pregunta desorientado, le digo que eso se lo cuento luego, pero que quisiera saber un poco sobre sus tradiciones porque me embriaga la curiosidad. “Durante el decimoquinto mes del calendario mexica…”, en eso saco mi teléfono y preguntó a una IA llamada perplexity para saber de qué tiempo estamos hablando, y en menos de un segundo me dice que eso abarcaba del 30 de noviembre al 19 de diciembre de nuestro calendario. Como el movimiento es tan rápido, mi interlocutor me mira extrañado, pero sigue hablando: “ya me contaras qué es esa piedra rara que picas”. Habla con voz de enojo mirando mi celular con una ceja levantada. “Durante veinte días se abre el espacio para festejar el Panquetzaliztli, una festividad muy importante para nosotros, ya que la hacemos en honor a Huitzilopochtli, el Dios de la Guerra y del Sol”.
Lo interrumpo y le cuento que hace mucho escribí algo sobre el Códice Tovar, atribuido a un jesuita mexicano del siglo XVI llamado Juan de Tovar, en él aparece información detallada acerca de los ritos y las ceremonias de los aztecas que se asentaron en el valle de México, casi trescientos años antes de la llegada de los españoles. En este códice hay una ilustración, en la tercera sección, que muestra un hombre de lado, demacrado y con poco pelo. Imagino que es un viejo, le digo. Sostiene entre sus manos una lanza que asemeja un estandarte adornado con un pedazo de tela de franjas azules y blancas, oleando junto a la punta algunos retazos que podrían ser banderines. El cuello rodeado de un collar de cuentas azules con pendientes, quizá de oro. Arriba sobre la cabeza hay una cabra que parece que está flotando. En el texto se describe un espacio en el tiempo, como uno en el que los capitanes de guerra celebraban. Este mes para nosotros es diciembre, así lo llamamos, y se encuentra simbolizado con Capricornio. Él me arrebata el diálogo, y me dice rápidamente que justo es la festividad de Panquetzaliztli, que significa el izamiento de banderas. Dedicado a Huitzilopochtli, el Dios del Sol y de la Guerra.
Yo le digo en forma de pregunta, “según dice en el códice, el color azul se asociaba con este dios, cuyo nombre significa parte izquierda del colibrí azul, ¿es así?” Mi amigo imaginario sonríe, y me dice que eso lo escribió un extranjero y que se nota, pero que se asemeja a lo que significa. Continúa narrando cómo durante los 20 días de festividades, se realizan rituales que incluyen sacrificios humanos. Los guerreros y comerciantes aportan cautivos que representan a los enemigos de Huitzilopochtli. Éstos se sacrifican en ceremonias que simbolizan la victoria de nuestro dios sobre sus adversarios. Le pregunto de qué adversarios habla, y cuenta que uno de tantos involucra a su hermana Coyolxauhqui y los 400 Huitznahua. Un odio nacido del conflicto familiar que se desató tras el embarazo de su madre, Coatlicue. Ella quedó embarazada de Huitzilopochtli de manera sobrenatural, al tocar una bola de plumas que cayó del cielo. Este embarazo fue considerado deshonroso por Coyolxauhqui y sus hermanos, los Centzon Huitznáhua (los Cuatrocientos Huitznáhua), quienes decidieron asesinar a su madre y al bebé nonato.
Coyolxauhqui lideró el intento lo que llevó a Huitzilopochtli a nacer armado y listo para defender a su madre. En un enfrentamiento tremendo, Huitzilopochtli mata a Coyolxauhqui, decapitándola y arrojando su cuerpo montaña abajo desde el cerro Coatepec. Su cabeza colocada en el cielo da la explicación sobre la existencia de la luna, mientras que Huitzilopochtli se estableció representando al sol. Menciona que esos días donde se recuerdan todas estas historias, se elaboran figuras del dios con masa de huautli (amaranto) y miel, que son consumidas después de los sacrificios. Representaciones que forman parte integral de la celebración, simbolizando tanto el alimento como devoción. Mientras lo escucho, aguardo en silencio, y nuevamente tomo mi teléfono buscando si esto se sigue haciendo hoy en día, y me encuentro que no, que esas figuras de masa ya no son comunes, aunque algunas comunidades indígenas buscan revivir tradiciones prehispánicas, realizando rituales que incorporan elementos simbólicos relacionados con Huitzilopochtli. Por ejemplo, se celebran ceremonias que incluyen danzas y ofrendas en lugares sagrados como el Cerro del Hualtepec, donde se recuerda a los dioses mexicas.
Lo que sí encontré, es que las figuras comestibles que representaban a Huitzilopochtli, se asemejan a la eucaristía cristiana. Mi interlocutor se molesta, me dice que si sigo golpeando mi piedra mientras habla, mejor se regresa. Que le parece una falta de respeto que no le ponga atención y si, en verdad tiene razón, así que decido ya no investigar más hasta que se vaya, y le pido una atenta disculpa. “Danzamos y se canta en honor a Huitzilopochtli, en lugares sagrados como el Templo Mayor. Se hace un recorrido ritual realizado por sacerdotes, llevando una efigie a Mexitli, otro nombre que le dimos a Huitzilopochtli como el dios tutelar. Este recorrido simboliza las peregrinaciones y la conexión espiritual con él”. En una clase que tomé hace muchos años con un historiador llamado Guillermo Tovar y de Teresa que apenas murió en 2013, recuerdo como nos dijo qué a partir de 1523, los frailes de diversas órdenes mendicantes comenzaron a evangelizar a los pueblos indígenas, adaptando sus rituales y celebraciones, y que no fue algo tan difícil, ya que tenían muchas coincidencias.
El Panquetzaliztli se celebraba entre el 20 de noviembre y el 9 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, un periodo que también es significativo en la tradición cristiana debido a la Navidad. Vincular ambas festividades fue fácil. Huitzilopochtli y Jesucristo vieron la luz del mundo de forma considerada milagrosa. Huitzilopochtli nació de Coatlicue tras una concepción divina, similar al nacimiento virginal de Jesús. El dios mexica es el Dios de la Guerra y un líder espiritual, guiando a su pueblo en su peregrinación hacia Tenochtitlán. Jesús, por su parte, es visto como el salvador y guía espiritual del cristianismo, enseñando y liderando a sus seguidores en un camino de fe. El primero estaba asociado con el sol y era considerado un dios solar. El segundo simbolizado como la luz del mundo en el cristianismo, representando la esperanza y la salvación. La veneración de Huitzilopochtli incluye rituales de sacrificio humano, donde se ofrecían corazones como tributo. Aunque el sacrificio de Jesús es espiritual (su crucifixión), ambos representan la idea de sacrificio por el bien de otros, y de hecho la comunión simboliza su cuerpo y su sangre. En este contexto, el Panquetzaliztli, que celebraba el nacimiento del dios mexica Huitzilopochtli, fue uno de los festivales que se intentó integrar con la celebración cristiana del nacimiento de Jesús.
De pronto pienso en nuestras famosas posadas mientras vamos cantando tras el niño Dios y sus padres buscando acogida en algún lugar. Este ritual surgió como parte de las misas de aguinaldo, que fueron aprobadas por el Papa Sixto V en 1587. Misas que tenían como objetivo facilitar la enseñanza del cristianismo a los indígenas, utilizando elementos de las celebraciones prehispánicas, como las festividades del Panquetzaliztli. Mi visitante voltea hacia fuera y me dice que, si salimos, que adentro parece de noche, pero afuera está viendo que está claro, yo le digo que, en otra ocasión, no se que pueda hacer si ve su lago desecado, sus bosques talados, el cielo gris lleno de contaminantes y el tráfico inmundo que hay en estas fechas. Desatar la ira de un guerrero puede ser muy amenazante. Así que me despido de él, le digo que volveremos a vernos, segura de que él lo cree así, le ofrezco un chocolate caliente de una de las tiendas y lo despido. Al irse veo el vaso de cartón sin probar en el piso.
Claro, le debió oler horrible, ese amasijo de agua con chocolate en polvo que no es chocolate, con leche que no es leche, le debió parecer repugnante. DZ Nota al margen Al parecer la desigualdad en Tenochtitlán, era un fenómeno complejo que reflejaba tanto la organización social como las condiciones económicas de la época. La sociedad mexica estaba estratificada, había una élite noble que controlaba la mayor parte de los recursos, y una clase baja que incluía campesinos, artesanos y comerciantes. La desigualdad era evidente, ya que mientras unos pocos disfrutaban de lujos, muchos otros vivían en condiciones precarias. 700 años después seguimos igual. Los pueblos sometidos a Tenochtitlán debían pagar tributos en forma de bienes y servicios. Esto significaba que las comunidades más pobres, a menudo tenían que trabajar arduamente para cumplir con estas exigencias, lo que ayudó a los españoles cuando buscaban aliados para su conquista. En esa época la economía se basaba en la agricultura, especialmente en el uso de chinampas (islas artificiales), que permitían una producción intensiva. Pero las malas cosechas o desastres naturales podrían llevar a situaciones de escasez y hambre entre las clases más bajas.
Hoy en México, la situación de hambre y desnutrición es preocupante. Según datos recientes, se estima que aproximadamente 23.4 millones de personas, enfrentan carencias en el acceso a una alimentación nutritiva y de calidad, lo que representa alrededor del 18.2% de la población en 2022. Consumimos aproximadamente 214 kilogramos de alimentos ultraprocesados por persona al año, lo que coloca al país entre los más altos en el consumo de estos productos a nivel mundial. La alta ingesta de alimentos chatarra está relacionada con un aumento en las tasas de obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Más del 30% de la población adulta en México es obesa, y el país tiene una alarmante tasa de obesidad infantil, siendo el primero en América Latina.
El 12.4% de los menores de edad padece desnutrición crónica, lo que equivale a más de un millón y medio de niños que no alcanzarán su máximo potencial debido a la falta de alimentos adecuados. La deficiencia alimentaria, afecta a un porcentaje significativo de la población. La situación es más grave en ciertas regiones del país, como Guerrero y Oaxaca, donde las tasas de inseguridad alimentaria son especialmente altas. Esto refleja no sólo la pobreza económica, sino también la desigualdad en el acceso a recursos y servicios básicos. Tenochtitlán tenía un sistema agrícola avanzado para su época y enfrentaba crisis alimentarias debido a factores locales, la situación actual en México presenta desafíos diferentes relacionados con desigualdad social y acceso a alimentos. Tenochtitlán era una ciudad altamente organizada con un sistema político y social jerárquico. La élite gobernante, encabezada por el tlatoani, mantenía el control a través de un sistema de leyes y castigos.
La violencia estaba presente, pero era más institucionalizada y regulada. Las disputas internas podían resolverse a través de procesos judiciales, que eran relativamente rápidos y justos para la época. La expansión del Imperio Mexica implicaba guerras frecuentes contra otros pueblos. Estas guerras eran parte de una estrategia para obtener tributos y expandir el territorio, lo que generaba un ambiente de inseguridad en las regiones conquistadas. Sin embargo, dentro de Tenochtitlán, la vida cotidiana era más estable en comparación con las áreas periféricas, donde los conflictos eran más comunes. Había un fuerte control social mediante normas y leyes que regulaban el comportamiento de los ciudadanos.
Las penas por delitos eran severas, lo que contribuía a mantener un orden público. En la actualidad, México enfrenta altos niveles de violencia relacionados con el crimen organizado, incluyendo narcotráfico y pandillas. Esto ha llevado a una percepción generalizada de inseguridad entre la población. Las tasas de homicidio han aumentado en varias regiones del país, creando un ambiente de miedo e incertidumbre para los ciudadanos. A diferencia de Tenochtitlán, donde había un sistema judicial más centralizado y reconocido, hoy muchas personas desconfían de las instituciones encargadas de mantener la seguridad debido a la corrupción y la impunidad. La falta de confianza en las autoridades puede llevar a una menor denuncia de delitos, y a una sensación generalizada de inseguridad.
La pobreza y la desigualdad social son factores que contribuyen a la inseguridad actual. Las comunidades más vulnerables, son a menudo las más afectadas por la violencia y el crimen. Mientras que Tenochtitlán tenía un sistema más estructurado para manejar conflictos internos y externos, hoy México enfrenta una inestabilidad significativa debido al crimen organizado. El control social en el valle de México era efectivo en gran medida gracias a su estructura política, mientras que hoy la desconfianza en las instituciones ha debilitado esa capacidad.
Operaban bajo un marco legal que buscaba mantener el orden, mientras que la violencia contemporánea está marcada por luchas entre grupos criminales. Aunque ambos contextos presentan desafíos relacionados con la seguridad, la naturaleza y las causas de esa inseguridad son diferentes.
La estructura social y política de Tenochtitlán proporcionaba un cierto grado de estabilidad, que contrasta con los problemas actuales relacionados con el crimen organizado y la desconfianza institucional en México.
https://hoyodecrimen.com/comparar-colonias/#google_vign ette
https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/geo/t enochtitlan https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3447 /28.pdf
https://ibero.mx/prensa/iberoinvestiga-102-millones-de-pe rsonas-en-mexico-se-saltan-una-o-mas-comidas-al-dia
https://www.eleconomista.com.mx/politica/18-de-los-mexica nos-presentan-carencia-por-alimentacion-digna-Cifras-y-ret os-20240829-0038.html
https://www.coneval.org.mx/EvaluacionDS/PP/CEIPP/Docum ents/Informes/Dosssier-DIAGNOSTICO_ALIMENTACIO N-2024.pdf
https://alianzasalud.org.mx/2021/06/consumen-mexicanosal-ano-214-kilogramos-de-comida-chatarra/
https://subrayado.com.mx/destacadas/aguas-este-es-el-im pacto-de-la-comida-chatarra-en-la-salud-mexicana/