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Los errores más comunes al aplicar los primeros auxilios

Los accidentes ocurren cuando uno menos lo espera y casi siempre, en las circunstancias menos favorecedoras, por lo que el actuar de inmediato puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Sin embargo, a la hora de ayudar, muchas veces la creencia popular indica realizar ciertas acciones de primeros auxilios que en realidad, no son las correctas.

Aquí te mostramos algunos de los errores más comunes que se cometen al prestar los primeros auxilios:

1 Sacar a un accidentado del coche.

La regla de oro es no movilizar nunca a los heridos. “Salvo un peligro inminente de explosión o de caída de objetos, nunca hay que sacarlos del coche ni cambiarlos de lugar. Solo hay que controlar cómo están”, subraya el director del Servicio de Urgencias de la Clínica Universidad de Navarra, España.

“Una fractura inestable de la columna cervical puede convertirse en una lesión medular si movilizamos a la víctima”, advierte.

La misma recomendación se aplica a un motociclista accidentado, “salvo que esté dificultando la respiración y comprometiendo la vida”.

El experto señala que, sobretodo, “nunca se debe que trasladar al accidentado hasta un hospital en un coche particular”.

“Lo mejor que usted puede hacer en esas situaciones es esperar a que venga la policía y los servicios de emergencia”.

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  1. Realizar un torniquete.

Lo hemos visto miles de veces en las películas, pero en la realidad, “a partir de la zona del torniquete se produce una disminución del flujo sanguíneo y existe un riesgo altísimo de necrosis y de futura amputación del miembro. Una excepción: una hemorragia muy masiva y profusa”.

Lo que sí se recomienda es  “comprimir la herida con una venda o una tela limpia y elevar (si se puede) la extremidad que sangra”.

  1. Poner tapones si la nariz sangra.

“En las hemorragias nasales hay que inclinarse levemente hacia adelante, para que la sangre caiga hacia fuera y no vaya a la vía respiratoria”, indica el experto.

“Tampoco hay que taponar los orificios nasales, porque lo único que se consigue es retener la sangre, pero no la hemorragia”. Si no para el sangrado, se debe acudir al servicio de urgencias.

  1. Poner mantequilla sobre una quemadura.

Ante una quemadura, se debe colocar la zona afectada debajo de un chorro de agua fría durante 10 minutos. “Eso es lo primero que hay que hacer, porque el agua fría para el mecanismo de lesión de la quemadura”, dice Vara quien señala que hay que quitar la ropa si no está pegada a la piel, “pero si está adherida, jamás lo intente”.

“Si no las hay (ampollas), se trata de una quemadura de primer grado, y lo único que hay que aplicar es crema hidratante, nada de mantequilla, ni vaselina ni hielo. Si hay ampollas no muy grandes, hay que aplicar una pomada antibiótica y proteger la quemadura con un apósito durante unos días”.

Advierte que nunca hay que pinchar las ampollas para quitarles el líquido y acudir a urgencias.

  1. Comprimir el diafragma si alguien se atraganta.

Cuando alguien se atraganta, lo mejor es hacer que “tosa más fuerte para que expulse lo atascado”, advierte José Javier Varo.

Pero, si la persona no tose ni es capaz de respirar, “en este caso hay que dar hasta cinco golpes en la espalda, entre los dos omoplatos. Si no se consigue que expulse el cuerpo, habrá que comprimir el estómago con la llamada maniobra de Heimlich.

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  1. Provocar el vómito a un niño que se ha tragado un objeto extraño.

Si el pequeño se traga una moneda no tiene que entrar en pánico, ya que “es un objeto redondo, sin aristas, y lo expulsará con las heces”. Si se tragó un cuerpo cortante o punzante, “llévelo inmediatamente a urgencias, pero jamás le provoque el vómito”.

  1. Dar leche para neutralizar el efecto de la lejía.

“No hay que darle de beber nada, ni leche ni agua ni ningún otro líquido. Nunca administramos un antídoto por boca, porque no son eficaces y pueden empeorar las lesiones. Tampoco hay que provocar el vómito, porque el líquido al pasar por el tubo digestivo hace daño al entrar y al salir”. Lo correcto es llamar a emergencias.

  1. Provocar el vómito a quien ha tomado muchos fármacos.

Al igual que en el punto 7, no se debe provocar el vómito. En el hospital se utiliza carbono activado para evitar que se absorba el medicamento. El lavado gástrico se hace cada vez menos.

  1. Desinfectar una herida con agua oxigenada y mercromina.

Este remedio no es eficaz. “Hoy, basta con lavar la lesión, solo con agua, y después aplicar un poco de povidona yodada (Betadine), una combinación más sencilla y con más poder desinfectante, según aseguran los manuales de primeros auxilios. Si la herida es grande, coloque una gasa por encima y acuda al hospital”.

  1. Comprimir el estómago de un ahogado para que expulse el agua.

De igual forma lo hemos visto innumerables veces en el cine y televisión, pero no se debe practicar “porque puede pasar parte del contenido del estómago a los pulmones, empeorando la situación”. Ante un ahogamiento, lo correcto es seguir las directrices de la reanimación cardiopulmonar (RCP): mantener la vía aérea abierta, comprobar si respira y tiene pulso; si no lo hace, comenzar las maniobras de RCP.

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  1. Soplar en el ojo para eliminar un cuerpo extraño.

Una práctica muy común pero errónea. “No es una buena idea, porque podemos provocar erosiones en la córnea. Lo más adecuado es lavar el ojo (con suero fisiológico o agua) para que el líquido arrastre el objeto hasta que salga. Llorar profusamente tiene un efecto parecido”.

  1. Sacar un objeto que se queda clavado en el cuerpo.

“Un palo clavado en una pierna, tal vez afecte a una arteria, pero está conteniendo la hemorragia. Por eso, si es un objeto relativamente grande, hay que quitarlo en el quirófano para ir viendo hasta dónde ha llegado”.

  1. Dar agua con azúcar ante una lipotimia.

“Abanicar o dar agua con azúcar no mejora nada”, por lo que es ineficaz. Lo indicado es tumbar al afectado y mantenerlo con las piernas elevadas hasta que pase el síncope, concluye el experto.

Con información de El País