
La pelusa del ombligo está compuesta de los restos de la ropa, polvo, restos de piel, grasa, proteínas y sudor
Además de la “pelusa del ombligo”, nombre científico para lo que se forma en el interior de este, puede estar habitado por microbios.
Por supuesto, uno pensaría que eso solo puede ocurrir si eres un hombre peludo, pero la realidad es que no es así.
Primero, una investigación de la Universidad de Sydney, Australia, arrojó que la “pelusa del ombligo”, es más común que se forme en hombres con mucho vello y que recientemente han subido de peso. De igual forma, hay personas a quienes prácticamente no se les acumula nada.
Georg Steinhauser, un investigador de la Universidad Tecnológica de Viena, decidió recolectar esta pelusa de su propio ombligo durante tres años. Descubrió que, aunque mantuviera una buena higiene, la pelusa – compuesta de los restos de su camiseta de algodón, polvo, restos de piel, grasa, proteínas y sudor- estaba presente a diario.
El peso de todas sus muestras, en total 503, no alcanzó ni un gramo. Y estableció que cada muestra pesó 1.82 miligramos y la que más grande fue de 9.17 miligramos.

Por su parte, Rob Dunn, investigador del departamento de biología de la Universidad de Carolina del Norte, analizó las muestras de más de 500 voluntarios para identificar a las bacterias que habitan el ombligo.
“El ombligo es uno de los hábitats que tenemos más cercanos, y sin embargo es uno de los más desconocidos”, aseguró.
Dunn y su equipo encontraron que en las 60 muestras que analizaron, había al menos 2 mil 368 especies distintas de bacterias. Sin embargo, 6 personas tenían 2 mil 128, e incluso, un individuo poseía la mayoría de ellas.
El investigador señala que, aunque no se trata de las mismas especies que se encontraron en las personas, pudieron identificar que ocho tipos distintos de bacterias estaban presentes en al menos un 70 por ciento de los participantes.
Otro de sus descubrimientos indica que de estas bacterias encontradas, no todas son habitantes de nuestros ombligos, pues algunas están de paso.
Dunn ejemplificó lo anterior diciendo que es similar a lo que ocurre en un estuario, donde algunos peces logran adaptarse y hacer de ese sitio su hábitat, mientras que otros solo están por un tiempo y parten en busca de un mejor sitio.
Pero, subrayó, esos que se quedan no necesariamente son capaces de crecer y formar comunidades grandes.
Resaltó además, que la pelusa puede ayudar a mantener limpio el ombligo al recolectar las bacterias cuando se están formando.

Los investigadores concluyeron que, aunque la diversidad de bacterias es enorme, se puede identificar las especies más comunes y también las más raras.
Una cosa es segura, se llene diario de pelusa o no, es un lugar donde pasan cosas misteriosas.
Con información de La Nación.