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#LaPeorMamá Todo es injusto
Foto de Archivo

De un tiempo para acá me he encontrado con que #minispeedy opina que todo es injusto.

  • ¿Por qué tenemos que ir? No es justo.
  • ¿Por qué mi hermana va y yo no? No es justo.
  • ¿Por qué la recoges más temprano que a mí? No es justo.
  • ¿Por qué yo tengo tarea y ella no? No es justo.
  • ¿Por qué la maestra lo regañó? No es justo.
  • ¿Por qué hiciste eso de comer? No es justo.
  • ¿Por qué sus fiestas duran más que las mías? No es justo.

Y como esos ejemplos, muchos más.

Y lo peor es que, para la mayoría de las situaciones, no encuentro un argumento válido. Son cosas que simplemente son. Que están fuera de mis manos. En muchas ocasiones entiendo su molestia; en otras cuantas me parece de lo más exagerado, aunque jamás se lo hago saber pues parte de mi forma de educar; es validando los sentimientos que tienen aún y cuando no esté del todo de acuerdo con ellos. 

Me puse a leer un poco sobre el tema y encontré que esta etapa que está viviendo es completamente normal. Es parte de su desarrollo. 

Un niño comienza a desarrollar su individualidad entre los 3 y los 5 años y en ese momento comienza a parecerle injusto no poder integrar su individualidad, tener que comportarse como debe de ser y no como necesita ser. 

Comienzan a darse cuenta de deben dejar de ver sus propias necesidades por hacer lo que debe de hacer. 

Para distinguir el bien del mal, el niño menor de 4 años parte de la premisa de que todo lo que le gusta es bueno y justo. Las normas de comportamiento que va aprendiendo y que le ayudan a desenvolverse en sociedad le van haciendo cambiar su visión poco a poco. 

La evolución moral de los niños ocurre entre los 4 y los 10 años y ocurre en dos etapas:

En la primera, el niño piensa que sus intereses coinciden con los de los demás y el control de su conducta lo marca un adulto. Él se otorga razones para hacer lo correcto y normalmente lo justo es evitar un castigo.   

Durante la segunda se da cuenta de que los intereses de las otras personas no necesariamente coinciden con los suyos y aprenden a negociar para conseguir la satisfacción de sus deseos. También aprende que algunas veces tendrá que ceder para dar gusto al otro, aunque eso no le parezca justo. 

Así que, en resumidas cuentas, mi niño, tan obediente y cooperador, se está dando cuenta de que no todo le da satisfacción y que puede decir que no está de acuerdo. Puede decir que se le hace injusto esto o aquello y tiene toda la razón. 

Hoy me doy cuenta de que su cooperación es mucho más valiosa pues la gran mayoría de las veces en que expresa su descontento y la injusticia que está viviendo se tiene que hacer lo que le parecía tan injusto. Normalmente tiene que ver con lavar trastes, tender cama, hacer tareas y esas cosas que, seamos sinceros, a nadie nos gusta hacer. Pero, aún así, las hace con la mejor actitud que puede tener aun pensando que es injusto. 

Como siempre, mi pobre chamaco es con el que voy aprendiendo y echando a perder algunas cosas en el camino de la maternidad, es mi experimento.

Y con esto lo que estoy aprendiendo es que es muy valido que exprese su opinión. Es más, expresar el descontento con el “es injusto”, es una de las formas más respetuosas y tranquilas de entre las opciones disponibles. Ni siquiera quiero mencionar las otras opciones, no vaya a ser que, sin querer, le dé ideas. 

Mi monstruo está creciendo y está aprendiendo a hacer sonar su voz y su opinión.

Mi trabajo ahora, además de mostrarle que aunque algunas cosas le parezcan injustas, no todas se pueden cambiar; es enseñarlo a que se lo puede decir a más personas y no solo a mí. Que está bien cuestionar una calificación que le parece injusta o el trato hacia un compañero o hacia él mismo si le parece que está fuera de lugar. 

Como siempre, la correcta expresión de los sentimientos, sienta las bases de una mejor comunicación así que a seguir aguantando la eterna edad del “NO ES JUSTO”.

Gracias por leer,

#LaPeorMamá

Por Claudia García Reyes,

Twitter: @La_peor_mamá